Como buen defensa que fue, Paco Castellano, entrenador de los amores y filias sorianas, ha entrado duro al partido, pero sin que lo note el árbitro. Las peñas amarillas, les decíamos, están dolidas porque han recibido la llamada de don Francisco para escuchar, así, como es él, sin anestesia, que están manipulados por los directivos del club -mejor obviar los calificativos vía móvil a esos directivos- y que el club que le paga no tiene culpa alguna de lo que le pasa a ese equipo que más de una vez le llevó a asegurar que se sentía “amarillo hasta la médula”. Con todos los respetos a una figura insigne del fútbol canario, a Castellano habrá que explicarle, en unas de esas charlas que va a organizar el Universidad, que ni la cosa va con él ni con su club -juez y parte, aparte-. Y puestos a suponer como supone de manipulados a los peñistas el ex amarillo, supongamos también que el Universidad no tenía en mente pedir el uso del Gran Canaria, y desde el Cabildo alentaron que el juez y parte solicitara la “cabildada”. Puestos a suponer, supongamos también si algunas radios de verbo fácil no se enteran de que el poder político y económico quiere enterrar a la UD y a ésta no se le va a ocurrir, como han supuesto demagógicamente, no acudir a Castillo del Romeral o a Vecindario, como sucede ahora con el Universidad en el estadio que el Cabildo firmó para la Unión Deportiva. Y todavía estamos a mitad de semana.