Dicho sea con toda la humildad, pero dicho sea: advertimos la semana pasada que la sentencia que absolvía a uno de los denunciantes del escándalo eólico y condenaba a José Manuel Soria a las costas judiciales traería cola. Y la traerá, muy probablemente, cuando llegue el momento de sentar en el banquillo al director de este periódico por las mismas afirmaciones por las que se juzgó y se absolvió a Francisco Cabrera. Pero antes de que eso ocurra, les rogamos se detengan a leer tres párrafos demoledores de la sentencia del juzgado de lo Penal número 4 de Santa Cruz de Tenerife porque, seguramente sin pretenderlo, su autora, una juez, deja in puris naturalibus a todo un Parlamento de Canarias por la broma macabra que resultó aquella comisión de investigación de la trama eólica de los hermanos Soria.