Esas debilidades portorriqueñas de Paulino Rivero se aventan ahora porque está aún sangrando la herida abierta en el PP con la dichosa ponencia política que José Manuel Soria se ha encargado de defender con escasa fortuna ante su partido y ante los medios de comunicación nacionales, que tienen mucho más colmillo que todos los de aquí juntos. Dónde va a parar. Sólo le falta a Rajoy que el ala dura del PP, con Mayor Oreja de inquieto ariete, se ponga a comentar por redacciones, tertulias y maitines que nuestro hombre en Canarias se sienta en un Gobierno presidido por un defensor de la ruptura de la unidad de España. Y olé. No queremos imaginarnos a Soria defendiéndose de tales acusaciones porque corre el serio peligro de caer en contradicciones, bien en con su partido o bien con su socio. Pero, en cualquier caso, con sus electores canarios.