El Partido Socialista Canario todavía tiene bien engrasada su maquinaria disciplinaria, y tras el anuncio de revuelta en Lanzarote a cuenta de la reforma electoral (quince diputados en una circunscripción regional), ya ha mandado los mensajes correspondientes para que las aguas vuelvan a su cauce. Manolo Fajardo recibió las correspondientes llamadas al orden y ha prometido a la dirección regional que en Lanzarote no va a pasar nada. Pero a cambio, los socialistas conejeros quieren que a esa isla se la empiece a tratar con un poco más de consideración, con rango similar al de las dos islas capitalinas, es decir, como si fuera una de las mayores. Y tienen su parte de razón porque el sentimiento de ser satélite de Gran Canaria está muy extendido, y ya han visto cómo les ha ido a los que trataron de imponerse sin argumentos por la vía plateada. Por ejemplo. En el resto de las islas, por cierto, los socialistas parecen apoyar sin fisuras la propuesta electoral pactada por su partido con el PP de Soria. Dicen que en Lanzarote fueron los de CC los que encendieron la mecha. Lo raro es que todos les hicieran la ola para, con ella, apagarla.