La propuesta de Manuel Ley fue abierta y clara: su empresa quería hacer negocio demoliendo y cambiando el uso del Estadio Insular a sabiendas de que también ésa era la intención del Ayuntamiento y del PP, como el transcurso del tiempo ha venido a demostrar. Así que la hizo pública con luz y taquígrafos, metió a la UD por medio y ofreció un espacio natural a la isla que aún sigue en manos privadas. Pero la propuesta incluía algo que ahora le vendría muy bien a Luzardo, otros 36 millones de euros, correspondientes al 50% de las plusvalías del Insular para un consistorio que está buscando dinero por todas partes. El otro 50% era el destinado a la UD Las Palmas. Ni que decir tiene que los empresarios que capitaneaba Ley pretendían hacer un negocio millonario, faltaría más, un negocio que consistía precisamente en construir sólo en la Grada Curva, miren por dónde, y dejar como espacios libres el resto de la parcela para uso público. Miren por dónde también.