Hasta el desembarco en Barranco Seco todo fluyó tal cual lo previsto. Foto aquí, flash allá, apuestas sobre si el Cabildo insular estaría representado y, de ser así, a quién le habría tocado el marrón. En fin, que estaban entretenidos los más de 40 periodistas que practicamente llenaron la guagua fletada para la ocasión. Pero claro, a la hora de convocar a los medios nadie tuvo el detalle de avisar de que existían estrictas órdenes que, desde las altas instancias, prohibían la entrada de plumillas y paparachis a los centros de retención. El Ministerio de Interior dejó claro que a Barranco Seco no entraba ni Cristo y el de Defensa dispuso lo mismo respecto a La Isleta. Zapatero, muy sonriente siempre, no dijo ni mú, y las cámaras se tuvieron que conformar con capturar, una vez más, las imágenes del presidente de la Nación con Adán Martín, José Segura, Carolina Darias y el nunca bien ponderado Arcadio Díaz Tejera. Más de uno se preguntó entonces aquello de “¿qué hace alguien como yo en un sitio como este?”