Cada vez que se decreta una alerta, oye, tiemblan las más delicadas zonas de protección marítimo-terrestre de este ultraperiférico archipiélago. Y no nos referimos a las alertas meteorológicas, que con eso es preferible no vacilar mucho, no vaya a ser. Nos referimos a las alertas que se disparan en dos puntos muy concretos de la costa canaria, Hoya Pozuelo y el islote del Francés, donde el empresario Jaime Cortezo ve peligrar su prestigio inmobiliario y el patrimonio de la familia, demasiado exprimido tras tantas aventuras desenfrenadas y tantos encontronazos con la legalidad vigente. Es nombrar estos dos calvarios, estos dos hitos tan a punto de nieve, y salta como un percherón atolondrado y pasado de frenada el vocero de Barrilete Broadcasting Radio, torpe en el vociferar, demasiado ensalivado en el insultar (el micrófono empieza a lucir sospechosas estalactitas) y cada vez más cegado por los goterones del fondo de pocilga que le saltan a los ojos de tanto chapotear rabioso en el jugo que segrega su Clan de la Avaricia de siempre, de donde nunca debió salir en el pasado para evitar que ahora lo humillen al regresar con tan patéticos bríos.