Vuelve la mosca de la oreja al barranco de las Rochas, en el municipio grancanario de Santa Brígida. Como les contamos aquí hace meses, entre los vecinos del pago de Monte Bravo se generó un enorme malestar ante la calificación de una finca que es el pulmón de la zona. Muchos quisieron comprar esa finca que, al no ser urbanizable, no era atractiva desde el punto de vista económico. Pero al final se vendió, miren por dónde, a un conocido abogado, muy relacionado con el redactor del planeamiento y con el entonces concejal de Urbanismo, el también muy conocido Carlos Sánchez. Y en la adaptación de las Normas Subsidiarias le intentaron colar al alcalde, el bueno de Carmelo Vega, una modificación de su condición de suelo protegido. Carmelo prometió a los vecinos que nunca lo conseguirían mientras él fuera alcalde. Parecía un pelotazo.