Plagas de avispas en uno de los pueblos más bonitos de España: “Se ha convertido en un problema”

Cartel previniendo de las avispas en el restaurante El Almendro, en Tejeda (Gran Canaria).

Iván Alejandro Hernández

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Cebos con carne en garrafas de agua; café molido quemado; pollo en cartones con pegamento; toallitas empapadas en limón; albahaca colgada de las sombrillas. Son algunos de los remedios que utilizan los hosteleros de Tejeda para combatir a las avispas que asolan cada verano a uno de los pueblos más bonitos de España, ubicado en la cumbre de Gran Canaria. Pero ni con estas medidas evitan que los clientes que deciden sentarse en una de sus terrazas decidan marcharse a mitad del almuerzo por las picaduras y mordidas de los insectos en un 2021 que está siendo “un problema”, según explica Cirenia, que trabaja en el restaurante El Almendro. Un cartel en la puerta del local advierte, en español e inglés: “Atención, plaga de avispas”.

Las ventanas del interior del restaurante están protegidas por mosquiteros y aún así alguna avispa consigue entrar. Además del cartel, Cirenia advierte a sus clientes de que les cobrará todos los platos aunque no finalicen los pedidos, porque ya ha tenido experiencias en las que los comensales se marchan sin acabar “por algo que no podemos controlar ni es culpa nuestra”. En Arraigo, otro de los locales, Antonio cuenta que también actúa de forma similar. Recuerda que en una ocasión una familia comía y los insectos mordieron a su hijo de pocos meses de edad. Esto motivó que se marcharan del establecimiento y tan solo pagaran una parte de lo pedido. 

Antonio abrió su negocio pocas semanas antes de que se decretase el confinamiento por la pandemia. Ha sido este verano en el que ha podido desarrollar su servicio, sobre todo gracias al turismo. Pero también reconoce que las avispas han sido un problema, ya que las medidas que podía implementar, como el café molido quemado, también generaban olores fuertes o visualmente (garrafas de agua llenas de avispas) generaban rechazo. “Y todo ello puede provocar malas críticas”, señala.

Cerca de la piscina municipal, donde los visitantes que llevaban algo de comida eran objetivo de las avispas, Cristina, del restaurante El Labrador, prefiere optar por medidas que ahuyenten a los insectos y, hasta ahora, asegura que colocar en un plato un paño humedecido con limón le funciona. “Para los clientes es muy molesto, pero nosotros hacemos lo que podemos”, explica. Dice que este verano ha sido especialmente intenso, sobre todo el mes de agosto, fechas en las que el pueblo tiene una mayor afluencia de visitantes.

Los remedios que emplean los hosteleros han sido compartidos entre ellos. Y hay quien protesta por la inacción del Ayuntamiento de Tejeda. Cirenia asegura que acudió en junio al consistorio a preguntar si tomarían medidas, pues ya contrató a una empresa fumigadora que le comentó que lo que habría que realizar es una actuación integral en todo el pueblo, no solo en un local. Pero dice que no ha obtenido respuesta. También se pide que realice una limpieza integral de los contenedores cada mañana y cada noche, donde se producen altas concentraciones de avispas. El concejal de Agricultura, Ezequiel Cárdenes, considera que es “algo que suele pasar” y el consistorio no ha tomado medidas porque “se ha normalizado”. 

Los rumores entre los vecinos del pueblo achacan la llegada de las avispas a una acción humana, que de alguna manera trajeron a los insectos para que erradicaran el pulgón, que se alimenta de plantas a las que parasitan. El veterinario del servicio de Extensión Agraria del Cabildo de Gran Canaria, Elizardo Monzón, explica que la razón de que las avispas acudan a núcleos poblados en verano y otoño es porque es la época en que todas las crías salen en busca de comida, ya sea néctar de flores o carnes.

Monzón reconoce que es difícil atribuir una causa concreta al aumento de la afluencia de estos insectos en los últimos años a los pueblos, pero considera que el cambio climático puede ser una explicación que dé respuestas. “Estamos pasando épocas de sequías y quizá haya un desequilibrio en la fauna y la flora en los campos. Si las avispas no tienen comida, van a donde existan fuentes de azúcar o carne, a lugares a los que antes no iban”.

Se han sucedido años en los que los apicultores alertan sobre la afección de las avispas en sus panales. Se trata de la avispa lobo de las abejas (philantus triangulum), “que no hace colmena y tiene sus nidos en la tierra”, explica Monzón. Esta subespecie captura a las abejas mientras recolectan néctar y se las llevan volando bajo su tórax tras inyectarle una toxina con su aguijón. Y utilizan a su presa como fuente de proteína para sus crías. Pero no suele atacar a los seres humanos.

Probablemente, a juicio de Monzón, el tipo de avispa que afecta a pueblos como Tejeda sea la vespula germanica. Esta subespecie sí hace colmenas y se alimenta de néctar, miel, frutas o pulgones durante un periodo vital, pero también de proteínas (cazando moscas) y carroña para alimentar a sus crías. Aunque no muestran un comportamiento agresivo en principio, si escasea alimento o son atacadas, pueden volverse más belicosos y morder con sus mandíbulas o clavar su aguijón.

A diferencia de algunas acciones tomadas por los habitantes de Tejeda, Monzón no recomienda utilizar cebos “porque pueden caen abejas y otros insectos”. En cambio, sí propone una actuación más integral, como suele recomendar a empresas especializadas: “Intentar buscar el nido o la colmena con la observación del trasiego de avispas. Y a primera hora de la noche, intentar eliminar la colmena, que suelen ser como un pedazo de cera con cavernas por dentro, aunque también las hacen en los troncos de los árboles”.

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