Valeria Castro: “Ir a terapia ya no es un tabú, pero ha pasado a ser un privilegio”
La cantautora canaria Valeria Castro, que llega este viernes a Zaragoza con su gira Con cariño y con cuidado, ha asegurado que “mirarse por dentro y arreglar un poquito los pequeños desastres termina por hacernos más permeables a la realidad y empatizar con ella”.
Nacida hace 25 años en La Palma, esta artista ha hablado en una entrevista con Efe sobre la importancia de “ser preciso con las palabras”, “que sean lo suficientemente directas para que llegue lo que necesitas contar a la vez que son lo suficientemente abiertas para que quepan todas las realidades”.
Llega a Zaragoza con la gira Con cariño y con cuidado. ¿Cuáles son sus sensaciones?
La sensación es de orgullo, de que hayamos podido llevar este disco por tantas ciudades y durante tantos conciertos. Es un privilegio del que soy consciente y estoy disfrutando mucho. Estoy aprendiendo a tener paciencia, a ser consciente de lo mucho que me sana el escenario y a sentirme agradecida a cada una de las personas que nos regalan su tiempo para vernos en directo.
¿Qué balance hace del álbum? Al final, es muy suyo, con sabor a su tierra…
Me siento muy en paz con este disco. Creo que es un primer disco al que miraré, pase el tiempo que pase, con mucho cariño. El haberme atrevido a poner mis principios, mi tierra y mi gente en esta primera declaración de intenciones que lanzaba al mundo es algo que me pesa mucho para bien en la balanza. Me permite ser honesta y muy conectada con lo que canto.
¿Cómo de importante es que la música sirva para hablar de ciertas realidades, para poner en el mapa en este caso La Palma? Es un arte que sabe inmortalizar y expandir…
Creo que la música es esa arma pacífica que tiene un poder enorme. Solo tenemos dos, tres o cuatro minutos para contar cosas en las canciones y se puede decir mucho. Por eso, creo que hay que ser preciso con las palabras, que sean lo suficientemente directas a la vez que lo suficientemente abiertas para que quepan todas las realidades que la gente quiera poner en ellas. La música ataca desde la ternura de una melodía que tiene más recorrido en la memoria que una frase solamente.
Ha lanzado hace poco El borde del mundo, que es el tema central de El 47. ¿Qué quería transmitir?
La canción cierra esta película que cuenta la realidad de un barrio de inmigrantes nacionales en los 80 y la defensa de la dignidad. Para mí esta canción era para hablar de esa situación, pero también de toda la gente de los lugares pequeños que siguen aún hoy buscando dignidad para sus barrios, pueblos e islas. Quería que hubiera esperanza, pero también realidad y consciencia para no olvidar lo que aún queda por hacer.
¿Y cómo ha sido poner, de nuevo, música al cine?
Poner música al cine es un soplo de aire fresco cuando estás en la vorágine de giras y discos. Es un campo que adoro y la fusión con este mundo solo puede hacerte aprender muchísimo y ser consciente del regalo que estás viviendo.
Con su música lleva al público a pensar en lo artesanal, en el cuidado, en la delicadeza y en las raíces… Pero con sus palabras, ¿cuál diría que es la esencia de Valeria Castro?
A veces preferiría que me definiera la gente y no yo misma, pero sí me toca esta pelota en mi tejado diría que la esencia de Valeria Castro es la ternura, sus principios y sus raíces.
Reivindica, en cierto modo, el lado humano de la vida. ¿Se nos está olvidando esa parte? ¿Cree que cada vez somos menos humanos?
Supongo que el sistema en que vivimos nos empuja a olvidarlo, pero es por eso que está la música como recordatorio. A veces me escribe gente comparando mis conciertos con una terapia propia para ellas y ellos. Creo que la música tiene esta capacidad de bajarnos a tierra para tomar consciencia de lo que hay en nuestra cabeza, que a veces va demasiado rápido.
¿Cómo de importante es mirarse por dentro? Tener ese cariño y ese cuidado… ¿Cree que lo hacemos lo suficiente o a veces se nos olvida?
Como sociedad, creo que mirarse primero por dentro y arreglar un poquito los pequeños desastres termina por hacernos más permeables a la realidad y a empatizar con ella. Desde pequeña me inculcaron el cariño y el hacer las cosas con cuidado, así que creo que es una buena forma de empezar a mirar lo que lleva cargando una para que tampoco se convierta en culpa. Es cierto que ir a terapia ya no es un tabú, pero hay que ser conscientes de que ha pasado a ser un privilegio y hay que luchar porque sea un derecho para todos.
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