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Deportada antes de conocer a su nieto canario

La “máxima voluntad” expresada el pasado viernes por el Gobierno español para evitar arbitrariedades en las prohibiciones de ingreso al país a los ciudadanos argentinos llega tarde, más de semanas tarde, para Victoria di Salvo, de 59 años, casada con tres hijas y limpiadora en un hospital de la ciudad de Rosario. Aterrizó el 12 de octubre de octubre en Barajas en tránsito hacia Gran Canaria para acompañar a su hija Analía Armendariz durante el embarazo y nacimiento de su primer bebé, pero resultó detenida en el control fronterizo y obligada a regresar a su país tras dos días en la sala de inadmitidos del aeropuerto madrileño.

“Hice todos los trámites y no me faltaba ningún papel. No lo entiendo y me da mucha bronca”, relata, en conversación telefónica desde la provincia de Santa Fe, Victoria di Salvo, que enumera el pasaporte en regla, la reserva de hotel, el seguro médico, el pasaje de vuelta, el dinero en efectivo y hasta un certificado laboral entre los documentos mostrados a los agentes policiales y funcionarios aduaneros. Sin resultado, porque personal de la frontera consideró que “en ningún lado del mundo le dan a una mucama tres meses para viajar”. Y de nada sirvieron las explicaciones en persona o las confirmaciones vía telefónica sobre la licencia especial sin salario concedida por el Sanatorio de Niños en Rosario, su visita de casi un mes durante 2005 al Archipiélago, el previsto alumbramiento en Las Palmas de Gran Canaria a finales de noviembre de su quinto nieto o el permiso de residencia y próximo enlace de su hija con un ciudadano español. “Tengo una vida hecha en Argentina, llevo 18 años en la empresa y me jubilo en un año, no quiero ir a trabajar a España”.

Pese a las gestiones realizadas por el abogado de oficio, un juez decretó la expulsión de España y el regreso a Argentina “escoltada hasta el avión por unos policías como si fuera una delincuente, cuando jamás estuve en una comisaría y el único trato en mi vida con un agente fue para preguntar algo”. Tras varios meses para la preparación del trayecto con consultas en el consulado español y en una agencia de viajes, Victoria di Salvo no pudo desplazarse a Gran Canaria para conocer a su primer nieto español y, a pesar de las reclamaciones presentadas ante diversas autoridades argentinas y españolas, “nadie se hace cargo ni dice nada”.

Malestar nacional por el “maltrato”

Alrededor de 600 argentinos sufrieron este año un tratamiento similar en el aeropuerto de Barajas y se generó un creciente malestar en la opinión pública con los casos de María Cecilia Tonón, embarazada de tres meses y becada por la Universidad Complutense de Madrid, las ancianas Luisa Ormeño y Ada Ghiara de Rodríguez, de 72 y 88 años, respectivamente, o el grupo de cumbia Los Pibes Chorros, con una gira de conciertos programada por España. Desde la República Argentina, un país receptor histórico de emigrantes europeos, diversos representantes políticos reclamaron responder con un trato recíproco a los turistas españoles, a semejanza del endurecimiento adoptado en su momento por las autoridades de Brasil tras el ascenso de las deportaciones en la frontera sur de la Unión Europea, pero las medidas oficiales se limitaron a la aprobación de una queja formal por parte del Senado de la Nación y al envío de una misión diplomática urgente hasta Madrid la pasada semana para frenar el “maltrato”, según definió el ministro argentino de Relaciones Exteriores, Héctor Timerman.

Finalmente, el fallecimiento del ex presidente Néstor Kirchner motivó el encuentro de la ministra española de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, con su homólogo argentino durante el velatorio de Estado celebrado en Buenos Aires, una reunión que aprovechó el canciller Timerman para abogar por la constitución de mecanismos que resuelvan “entre amigos, buena fe y mucha voluntad” los puntos de “fricción” entre ambos países. Igualmente, la ministra Jiménez subrayó que “existe la máxima voluntad de los dos gobiernos para llegar a acuerdos que permitan que esos sucesos no se vuelvan a repetir” y apostó por aumentar la difusión de los requisitos de entrada a su país. Mientras, la delegación desplazada a Madrid logró el compromiso español de revisar y flexibilizar las condiciones de ingreso de acuerdo a una próxima propuesta argentina sobre las características de las cartas de invitación, la acreditación de recursos económicos o la supresión del visado de estudios para estancias inferiores a 90 días sin actividades remuneradas, al tiempo que pactaron agilizar los trámites y mejorar la información.

“Espero que sirva para solucionar el problema, pero ya es tarde para nosotros. Somos laburantes, costó mucho tiempo y sacrificio juntar y ahorrar tanta plata, hasta pedimos prestado”, lamenta Daniel Armendáriz, marido de Victoria di Salvo y chófer jubilado de 59 años y marido de Victoria di Salvo. Aunque disponía de un billete para reunirse con su esposa a finales de noviembre en Gran Canaria, ya no sabe si sufrirá similares problemas en la frontera o si lograrán un nuevo pasaje para ella. “Queremos viajar en las próximas semanas, pero no nos dan ninguna garantía”, añade Di Salvo. Y concluye Armendáriz: “Me duele como descendiente de españoles, porque este país recibió muy bien a mis abuelos y tengo hermosas historias de allá”.

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