Una prematura euforia frustró el regreso de Aminatou a El Aaiún

La incontenible euforia que se desató pasadas las seis de la tarde en el aeropuerto de Guacimeta, cuando se empezaron a conocer las noticias oficiosas de que ya había preprado un avión en la pista para trasladar a Aminetou Haidar a El Aaiún, dieron al traste con la operación de traslado diseñada por el Ministerio de Asuntos Exteriores.

Algunos medios de comunicación han señalado al jefe de gabinete del ministerio, Agustín Santos, como responsable de un comentario realizado a miembros de la plataforma de apoyo a la activista saharaui que dio lugar a que se desatara la euforia en el aeropuerto. Alrededor de las cinco y media de la tarde de este viernes, Santos comunicó a la abogada Inés Miranda y a otros miembros de la plataforma que esa misma tarde se produciría el traslado en un avión medicalizado que Exteriores había fletado para la ocasión. Pero les pidió una discreción imposible.

El comentario corrió como la pólvora por Guacimeta y muy pronto la noticia era conocida por las agencias de prensa y por los responsables del Frente Polisario en el Sáhara Occidental, que se dispusieron a preparar el recibimiento a su heroína.

Pero también llegaron esas noticias al Reino de Marruecos, que empezó de inmediato a articular un plan para volver demostrar quién tiene en este asunto la sartén por el mango.

Un retraso de veinte minutos en el despegue del avión desde Guacimeta facilitó las cosas a Rabat. Exteriores pretendía despegar cuanto antes y entrar en espacio aéreo marroquí para evitar una previsible marcha atrás de la diplomacia marroquí. Y desde el aire, en aplicación de la misma política de hechos consumados, impedir un cambio de criterio y forzar los permisos de aterrizaje.

Las autoridades marroquíes pusieron enseguida en marcha su maquinaria de contrapropaganda, congregaron en el aeropuerto de El Aaiún a los principeles jefes de tribus de la zona y apagaron las luces del recinto para evitar que se agruparan en él los seguidores del Frente Polisario.

Haidar viajaba con un salvoconducto expedido por la delegada del Gobierno en Canarias, Carolina Darias, que lleva varios días en Lanzarote ocupándose personalmente de los preparativos. Era la condición pactada discretamente con Marruecos, que Aminatou fuera conducida de la mano del Ministerio de Asuntos Exteriores, que fue el que tramitó los permisos de vuelo, quien fletó el avión y quien acompañaría a la activista hasta el Sáhara Occidental.

Pero de nada valieron los acuerdos diplomáticos. Cuando Marruecos detectó que había más propaganda del lado saharaui que del suyo propio, ordenó frustrar la operación alegando que el permiso de vuelo debió solicitarse con 24 horas de antelación. Una falacia más cuando se trataba de un acuerdo adoptado fuera de los ámbitos de competencia de las autoridades aeronáuticas de ambos países.

La tarde noche se cargó de tensión y de frustración en el aeropuerto de Guacimeta. Un Policía Nacional, celoso de sus funciones y ante la evidente falta de pasaporte de Aminatou, que en esta ocasión no venía expulsada de un país y que no llegó a abandonar España, trató de impedir el regreso de la activista a la terminal de pasajeros una vez se frustró el vuelo. A petición del jefe de Gabinete de Exteriores, se presentó en la ventanilla de pasaportes la delegada del Gobierno en compañía del comisario jefe de Arrecife. El policía depuso su actitud no sin antes llegar a reclamar que aquella orden de dejar pasar a Haidar se la pusieran por escrito. No hubo orden por escrito.

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