Este lunes, 29 de diciembre, a las 20:00horas, se presenta en la sociedad La Investigadora el nuevo libro de Anelio Rodríguez Concepción, Biscuí y compañía, un ensayo “juguetón”, así lo califica su autor, sobre los populares mascarones palmeros, con Biscuí a la cabeza, entre los que no faltan los icónicos Enanos de la Virgen de las Nieves.
El volumen, editado por el sello Cartas Diferentes, ofrece una visión de conjunto de la historia de la imaginería festiva en La Palma, así como una serie de reflexiones acerca de esas artes jocosas y la realidad sociohistórica en que surgen. En sus páginas se recoge, además, un censo de los mascarones que siguen en activo en las fiestas de Santa Cruz de La Palma. Incluso en el tramo final del libro podemos encontrar, por primera vez reunidas en un solo corpus, las letras que desde principios del siglo xx han sido cantadas como preámbulo a las sucesivas Danzas de Enanos.
Para completar esta insólita incursión en el plano de la historiografía y la etnografía, se incluye un total de ciento sesenta y cuatro ilustraciones: pinturas, dibujos, grabados, reproducciones litográficas, diseños, etc., de diversos autores, no sólo canarios (por cierto, no hay ninguna imagen tomada por cámara fotográfica). Así, en un recorrido especial, se puede llegar a comprender por qué los mascarones transmiten algo de seriedad en los gestos más cómicos y algo de comicidad en los más serios. El reto, en apariencia sencillo, resulta desconcertante y profundamente sugestivo.
El narrador y poeta Anelio Rodríguez Concepción, doctor en Filología Hispánica, tras haber dedicado buena parte de su vida a la profesión de docente en Enseñanzas Medias, y después de haber recibido, en junio, el título de Hijo Predilecto de La Palma, vuelve a publicar una obra original, esta vez centrándose en un campo de estudio poco transitado. En esta ocasión conjuga el aliento literario con la curiosidad y el rigor del investigador humanista. Para ello, mediante una exposición clara y amena que cuando es preciso apela al sentido del humor para alcanzar la complicidad de los lectores, compone una suerte de conjuro contra las derivas ideológicas de la intolerancia que arroja sombras amenazadoras sobre el futuro del mundo. De ahí la invocación constante al espíritu libérrimo y desenfadado de los mascarones, símbolos de la magia que enaltece la capacidad de asombro infantil.