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Utopía realista

Iniciamos conversaciones de complicidad cuando fui capaz de leerme la primera parte de 'Comunicación Vivida', uno de los libros más complejos que ha escrito Luis Cobiella, y sin lugar a dudas, una utopía razonada y ajetreada, por referencias de su existencia y su relación con el pensamiento humano. Hasta entonces, nos habíamos evitado, conscientes de la rebeldía que podríamos producir. Y me senté en el sillón, con la mirada perdida en sus ojos; pues era imposible no observarle, te hablaba sin decir, te hablaba con ternura sin decir.

Sucedía el encuentro. Del estar, la complicidad; y del cariño, el pensamiento libre de esperar cualquier palabra equivocada al mundo, despiadada de lo social y fuertemente arraigada hacia lo inimaginable: aquel recorrido inocente, aislando la cordura y dejándonos llevar por lo abstracto del ser. Pues existe el ser abstracto, igual que existe en el arte; ¡vivir es una forma de arte!

Este era el proceso de conocernos: así Pablo, así Luis. Este era el camino hacia la montaña sin fin, este era el encuentro de nieto y abuelo, de amigos, de compañeros, de pensadores, de hombres utópicos.

Y así, crecí. Él sabía, incluso en el después solitario, sabía que iba a ser incapaz de entender, de asimilar el diálogo, de comprender y buscar el resultado matemático, si acaso existía. Pues abuelo estaba convencido de que siempre merodeaba la explicación científica, y así me lo hacía creer. Inocente y pardillo su nieto que no pasaron los años hasta darme cuenta que ¡el químico era él! Precisamente esa simbiosis que me desbordaba y devoraba la inquietud en todas las tardes de sillones son las que crearon la utopía realista, el amor de la ciencia cualquiera de frío y calor; volábamos entonces hacia un nuevo escenario del hombre ¡Qué atrevimiento!

Mis encuentros con él, intimando como amigos, es lo que aquí voy a compartir pues me parece una manera preciosa de recordar a abuelo; es una manera de que viva entre nosotros, perdurando el abrazo.

Iniciamos conversaciones de complicidad cuando fui capaz de leerme la primera parte de 'Comunicación Vivida', uno de los libros más complejos que ha escrito Luis Cobiella, y sin lugar a dudas, una utopía razonada y ajetreada, por referencias de su existencia y su relación con el pensamiento humano. Hasta entonces, nos habíamos evitado, conscientes de la rebeldía que podríamos producir. Y me senté en el sillón, con la mirada perdida en sus ojos; pues era imposible no observarle, te hablaba sin decir, te hablaba con ternura sin decir.

Sucedía el encuentro. Del estar, la complicidad; y del cariño, el pensamiento libre de esperar cualquier palabra equivocada al mundo, despiadada de lo social y fuertemente arraigada hacia lo inimaginable: aquel recorrido inocente, aislando la cordura y dejándonos llevar por lo abstracto del ser. Pues existe el ser abstracto, igual que existe en el arte; ¡vivir es una forma de arte!