Bueno , y a mí qué, dirá el octogenario y a mí no me miren que sólo tengo setenta y nueve, cuando le cuentan que La Palma tiene un futuro geotérmico con todas las indulgencias plenarias de la UE, y bueno, ese señor que ya ha vivido duramente, incluso ha emigrado y ya se siente en la cuenta atrás de telediarios, ese señor que ya ha cumplido con creces sus obligaciones familiares sociales y fiscales y no tiene por tanto ninguna necesidad de ir de bueno por la vida, ese señor con un pasado muy largo y un futuro decreciente, ya se ganó el derecho a ser escéptico y decir ‘y a mí qué’ al futuro geotérmico, a la yenka de la Fuente Santa, sí, la Fuente Santa, un pasito para adelante y dos para atrás, a la sempiterna carretera de Las Manchas y a mí qué cuando seamos totalmente sostenibles, renovables y biodegradables, cuando los drones  colonicen los cielos estrellados y todos digamos oh, oh, este cielo es mucho más bonito que el de verdad, cuando los robots carguen las piñas de plátanos azules cantando canciones de Maluma, en fin, cuando seamos un paraíso tecnológico y sostenible y compremos en las farmacias el ADN que queremos para nuestros hijos, y a mí qué dirá el octogenario que construyó una vida con materiales de riesgo e incertidumbre y con emociones que hoy empiezan a ser olvidadas. Y, así y todo, cargado de sano escepticismo deseará que todo eso sea compatible con la benevolencia y el sentido común.