El ‘azahar indiano’ de la Casa Roja de Villa de Mazo (Murraya paniculata / Rutaceae)

26 de noviembre de 2025 13:37 h

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Originario de oriente

por su aroma perfumado

a menudo es cultivado

en jardines de occidente.

De los cítricos pariente

no sabemos cómo vino,

largo y confuso el camino,

hasta que a Mazo llegó,

dónde por fin encontró

hospitalario destino.

Jócamo, 25.XI.2025

Nota: La posición geográfica sitúa a Canarias en la encrucijada cultural incuestionable de tres continentes: Europa, África y América. Desde una óptica biogeográfica, esa perspectiva se abre aún más y alcanza las lejanas tierras orientales del Viejo Mundo. La latitud subtropical y situación oceánica del archipiélago determinan la bondad de su clima, favoreciendo la acogida de diversas especies provenientes de diferentes partes de La Tierra, con evidentes consecuencias, a menudo negativas, para la frágil biodiversidad insular.

El “azahar indiano”, como lo llaman algunos, también conocido por otros nombres populares: azahar de la India, jazmín de azahar, mirto criollo (en Cuba), etc., es un buen ejemplo para ilustrar lo comentado. Oriundo del sureste asiático, se ha propagado como ornamental en buena parte del mundo tropical y templado. Emparentado con los cítricos, recuerda a los mismos por la morfología de la flor, que es blanca y desprende un atractivo aroma para las abejas. Llega a ser un arbolito que ronda los 4-5 m de talla, con hojas perennes y lustrosas, imparipinnadas, que al igual que las camelias y mirtos se presta para formar setos en parques y jardines. El fruto es una pequeña baya rojiza del tamaño de una pipa de aceituna.

En Canarias la especie es rara, pues salvo alguna cita esporádica no conocemos referencias históricas para la misma. El añoso ejemplar al que nos referimos aquí, crece en el jardín de la fachada principal de la “Casa Roja” en Villa de Mazo, espectacular edificación modernista de principios del siglo XX, mandada a construir por el indiano Leopoldo Pérez Díaz, que hizo fortuna en Venezuela y que nunca llegaría a habitarla personalmente, aunque sí sus allegados. En la actualidad es propiedad del Ayuntamiento de la Villa, que la ha rehabilitado como Museo del Bordado y Centro Divulgativo del Corpus, gozando de una saludable actividad cultural.