Íñigo Vila, director de Emergencias de Cruz Roja: “En Arguineguín es muy difícil, simplemente, respetar la distancia”
Los voluntarios de Cruz Roja se desesperan en el muelle de Arguineguín (Gran Canaria) en su intento de hacer llevaderas unas condiciones de recepción a quien baja de una patera que hace meses que no merecen que se les dé el nombre de “acogida”. Lo reconocen, saben que trabajan con aforos que multiplican por varias veces los topes admisibles en esos 2.000 metros cuadrados.
“En Arguineguín es muy difícil, simplemente, respetar la distancia”, asegura Íñigo Vila, director de Emergencias de Cruz Roja Española, en una entrevista con Efe, antes de subrayar que el primer obstáculo para poder asistir de forma digna a esas personas y hacerlo de acuerdo a lo exigible en una pandemia es el lugar, “es el muelle”.
La ONG quiere desmantelar cuanto antes ese campamento y emplear el puerto de Arguineguín como hizo siempre, solo para las primerísimas atenciones tras el desembarco. Pero ni siquiera está segura de que pueda desmontarlo tan rápido: “No sabemos realmente si estamos en el pico de la ola, o si esto en dos días se reactiva de nuevo”.
¿Cómo describiría Cruz Roja Española esta crisis humanitaria en la que más de 18.000 personas han expuesto la vida en el mar, si contamos solo a las que han conseguido llegar?
Y hablamos solo de las que han tomado la ruta atlántica, desde África hacia las Islas Canarias, porque hay que tener en cuenta que también lo hacen hacia el mar de Alborán y están llegando a Almería, Murcia o las Islas Baleares. La verdad, es complicado. El trabajo en los países de origen resulta fundamental porque el riesgo que comporta este viaje es enorme, con un montón de factores incontrolables y, además, las condiciones son muy malas.
¿Cuál es la mayor dificultad de atender a las personas que llegan en las pateras, en una situación tan heterogénea?
¿La verdad? El espacio físico, el muelle. No da para todo lo que se quiere hacer dentro de él. Tiene unas distancias y resulta muy complicado prestar en ellas la atención de una manera mínima. Especialmente la que ofrecemos en el desembarco, que es nuestra principal actividad, no solo en Canarias. Ese primer recibimiento, el primer triaje sanitario, la primera entrega de algo de comida, agua y ropa limpia y seca para que se puedan cambiar y asear. Y luego todo el proceso de reseña y entrada en el sistema de acogida.
Las dos últimas jornadas, con muy pocas llegadas, han dado algo de respiro. ¿Será posible desmantelar este campamento?
Una de las mayores dificultades es la incertidumbre. No sabemos realmente si estamos en el pico de la ola. No sabemos si vamos a tener unos días de calma, si en 24 horas se reactiva o si dentro de nada recibiremos un aviso de que han sido avistadas más pateras.
¿Cuántas personas tiene acogidas en este momento Cruz Roja en los distintos recursos para inmigrantes que se han habilitado en Canarias, los de la red regular y los excepcionales?
Alrededor de 6.000 personas entre todas las islas.
En el sector turístico se debate si es conveniente o no utilizar los recursos vacacionales vacíos ahora que el regreso de los viajeros europeos parece más cercano. ¿Sería posible en este momento la acogida sin las plazas turísticas?
Han sido una solución de emergencia, una decisión que se tomó desde el Gobierno central, a través del Ministerio de Inclusión y Migraciones, y que nos ha dado la posibilidad de incrementar de manera exponencial el número de plazas de acogida sin tener la previsión de las llegadas. Ha sido una reacción rápida y contar con los hoteles nos ha facilitado disponer de plazas.
Esta ruta está llena de historias; cada patera trae tantas como ocupantes, algunas terribles. ¿Cuáles les han impresionado más?
Es verdad. Para nosotros no es nuevo todo esto. Llevamos casi 20 años atendiendo migraciones, viendo cómo fluctúa de un sitio a otro, viendo cómo pasó aquí en 2006 (en la crisis de los cayucos), cómo ocurrió en el Estrecho en 2018, cómo vuelve ahora a Canarias... Cada persona tiene una historia, es un mundo. Aunque vengan varios del mismo sitio, los motivos por los cuales se arriesgan en este viaje o su situación... son historias impresionantes.
Cruz Roja también está en la otra orilla. Desde su experiencia, ¿qué papel está jugando la crisis económica que ha provocado la pandemia en la emigración de la juventud africana?
Es posible que uno de los factores sean las crisis que hay en cada uno de los países de origen, tanto políticas como económicas. La covid, al igual que está golpeando económicamente a España, afecta a los países africanos. Claro que es uno de los factores, pero no es el único. En 2006 no teníamos covid y esto pasó. Por lo tanto, no es determinante aunque en este momento sí lo esté siendo.
¿Le preocupan las condiciones de habitabilidad y de trabajo en el muelle de Arguineguín en esta situación de pandemia? Moverse con 2.000 personas por ahí dentro o que esas personas se puedan mover...
Por supuesto. Llevamos muchísimo tiempo pidiendo que este muelle o cualquier otro, también el de Los Cristianos, se dediquen única y exclusivamente a la primera atención humanitaria, a que las personas que llegan puedan restablecerse después de un viaje tan largo. A partir de ahí, el resto del proceso debe hacerse en otros lugares. Y reservar el muelle solo para la primera atención humanitaria. En Arguineguín no está siendo factible y esto afecta mucho a la operativa, a poder moverse con soltura o, simplemente, a poder cumplir las normas que todos respetamos de distancia social.
0