El rescate del cadáver de Diego Estacio continúa después de un día del hallazgo
Los bomberos y las Fuerzas de Seguridad del Estado continúan la difícil recuperación del cuerpo del segundo de los desaparecidos en el atentado de la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, el del ecuatoriano Diego Armando Estacio, tras haberlo localizado durante la noche del pasado jueves.
El subdirector general del cuerpo de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, Medardo Tudela, afirmó a última hora de la tarde de este viernes que el tiempo estimado para proceder al rescate del cuerpo es de más de diez o doce horas, de modo que el proceso completo de recuperación del cadáver podría durar un día y medio. Se trata de un trabajo lento y meticuloso, toda vez que las labores de desescombro en la zona que rodea el vehículo de esta segunda víctima se considera de “alto riesgo” por la inestabilidad del sector, el que correspondía a la primera planta del módulo D del aparcamiento de la T4, donde estaba estacionado el coche de Estacio en el momento de la explosión.
Es el sexto día de labores de desescombro y rescate y los bomberos y las Fuerzas de Seguridad no han tenido apenas descanso. Recuperaron en la madrugada del jueves el cadáver de una de las víctimas, el de Carlos Alonso Palate, también ecuatoriano, pero aún tendrán que trabajar más de diez horas para hacer lo mismo con el de Estacio.
La localización del vehículo de este joven ecuatoriano, de 19 años, amante del baile y del fútbol, se produjo en torno a las 21:00 horas del pasado jueves. Se encontraba aplastado por otros dos coches, estos a su vez bajo tres forjados, y en una zona de muy complicada accesibilidad, lo que obligó a retirar los escombros de forma prácticamente manual.
Los bomberos trazaron una galería muy estrecha por la que, acto seguido, introdujeron una cámara de fibra óptica con el fin de certificar que el vehículo hallado era el de Estacio. Mediante la cámara, los bomberos y los integrantes del cuerpo de la Policía Científica pudieron ver un brazo y la parte interior de un antebrazo, lo que confirmó, con un margen de error “muy pequeño”, que el cuerpo de Estacio se encuentra en el interior del vehículo, dijo el director general de Emergencias, Alfonso del Álamo.
Detectado el cuerpo, en torno a las 02:00 horas de la madrugada de este viernes, los bomberos comenzaron las tareas de desescombro del sector circundante al coche, una operación muy lenta ante el riesgo de más derrumbamientos en dicho sector del aparcamiento siniestrado. La duración del proceso la cifró inicialmente el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, en 17 horas, pero, debido a la complejidad de los trabajos, la tarea podría alargarse en torno a 36 horas.
Es un tiempo muy superior al empleado en el rescate del cuerpo de Palate, aproximadamente ocho horas, lo que da cuenta del peligro de la zona en la que trabajan los bomberos desde la noche del jueves.
Visitas durante la espera
Los familiares y amigos de Estacio permanecen a la espera de noticias en un hotel madrileño, donde recibieron este viernes la visita de la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.
La vicepresidenta se desplazó posteriormente a la zona del atentado en la Terminal 4 para presenciar el curso de las labores de desescombro. El Gobierno tramitará una pensión para la madre, de este joven ecuatoriano, que reside en Italia y un trabajo fijo para su padre, que vive en España.
Por el hotel madrileño también aparecieron varios amigos de Estacio, entre ellos muchos de sus compañeros en el equipo de fútbol en el que jugaba, el Gran América. Todos ellos destacaron su alegría, su carácter tranquilo y vitalista y su afición al F.C. Barcelona.
Entretanto, el cadáver de Carlos Alonso Palate llegó hoy a Quito en un avión de la Fuerza Aérea Española en compañía de la secretaria de Estado para Iberoamérica, Trinidad Jiménez. Una furgoneta trasladó el cuerpo de Palate hasta su localidad natal, Picaihua, en la periferia de la ciudad andina de Ambato, a 130 kilómetros al sur de la capital ecuatoriana.
Allí, la madre de Palate, María Basilia Sailema, lloraba la pérdida de su hijo, quien había prometido regresar a la aldea para remediar la situación económica de la familia.