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Llévame hasta el mar

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Londres, 1753

El doctor británico Richard Russell publica su obra titulada A Dissertation on the Use of Sea Water in the Diseases of the Glands (Disertación sobre el uso del agua de mar en las enfermedades de las glándulas), donde defiende el uso terapéutico de los baños en el agua del mar. Los beneficios del contacto con el océano ya habían sido tenidos en cuenta desde la Antigüedad, pero no son plasmados en un texto de la ciencia occidental hasta esta fecha. El trabajo de Russell fue muy influyente en la popularización del turismo de salud en las ciudades costeras británicas, especialmente en Brighton, que se convirtió en un destino de moda gracias, en parte, a sus recomendaciones. Veamos un fragmento revelador de las teorías del Dr. Rusell:

“La inmersión del cuerpo en el agua del mar es de considerable beneficio en los trastornos de tipo nervioso; el frío del agua tonifica los tejidos, mientras que la sal que contiene actúa de manera estimulante sobre la piel, promoviendo la circulación e invigorizando el ánimo”.

En España no sería hasta 1881 cuando se fundó el Sanatorio Marítimo de Barcelona, también llamado Instituto Frenopático de Nueva Belén. Este centro estaba ubicado en el barrio de Poblenou, muy cerca del Mediterráneo, y una de sus principales innovaciones fue precisamente utilizar los baños de mar como parte del tratamiento terapéutico para los pacientes con enfermedades mentales.

Madrid, julio de 1988

Se publica en el BOE la Ley 22/1988 de Costas. En el contexto de una presión urbanística creciente sobre el mar y las costas, el Gobierno del PSOE mueve ficha con esta ley, que tiene como objetivo principal regular la protección, uso y aprovechamiento del dominio público marítimo-terrestre. Su finalidad es garantizar el uso público del litoral, proteger el medio ambiente costero y limitar la construcción y urbanización en zonas sensibles. España, con un litoral costero de más de 7.800 kilómetros y un sector turístico cada vez más pujante necesita una regulación específica en la materia. 

En el artículo 2 ya se establece como finalidad “garantizar el uso público del mar, de su ribera y del resto del dominio público marítimo-terrestre, sin más excepciones que las derivadas de razones de interés público debidamente justificadas.”

Aunque ha sido pisoteada con frecuencia y empeorada por una reforma del Gobierno de Rajoy en 2013, me atrevo a decir que la Ley de Costas ha demostrado ser una buena ley. Su espíritu ecologista y de defensa de lo público la avalan. Gracias a esta legislación, en España no son legales las playas privadas. Las playas son de todos, forman parte de nuestro patrimonio público y son inalienables e inembargables. 

Madrid, octubre de 1992

El sello Epic Records publica el álbum Sangre Española, de Manolo Tena. Este disco marcó un hito en su carrera, consolidándolo como uno de los referentes del pop-rock español de los años 90, con más de 800.000 copias vendidas. Este artículo se titula como una de las canciones del disco: Llévame hasta el mar. El tema es una oda lírica y melancólica dedicada al mar. Manolo resalta su anhelo de libertad y redención cantándole así al océano:

Llévame libre y salvaje, llévame hasta el mar. 

Llévame, a través de fuego y agua,llévame...

Búrlate de los arcángeles del miedo, desátame.

Sálvame de la asesina rutina, desnúdame.

En la orilla del mar es más fácil soñar.

Mirando las estrellas es más fácil soñar.

Llévame libre y salvaje llévame hasta el mar. 

Desnúdame...

Llévame. A través de tierra y viento, llévame.

Búrlate del guardián del invierno, desátame.

Sálvame de la asesina rutina, desnúdame.

En la orilla del mar es más fácil soñar.

Mirando las estrellas es más fácil soñar. 

El madrileño tuvo una relación muy especial con el mar. Siendo conocedor o no de las teorías del Dr. Russell, Manolo buscó en el mar un escape a sus adicciones, afecciones mentales y a la mala vida a la que lamentablemente se entregó durante muchos años. 

Las Palmas de Gran Canaria, 20 de abril de 2025

Escucho de nuevo la voz ajada de Manolo Tena, que me invita a meterme en el mar para poder volver a soñar, para ser libre de nuevo. Me imagino que abro los brazos, miro hacia el sol y floto por unos minutos como un objeto inerte, un madero de un barco antiguo que va a la deriva. Ahora sé que mi amor con el mar tiene una base con tres patas: científica (las teorías del Dr. Russell), legislativa (Ley de Costas) y artística (la inspiración de Manolo Tena).