''Una oligarquía corrupta trata de echar un pulso a las acciones judiciales''

La asociación Justicia y Sociedad, constituida hace unos quince años, se reactiva estos días “por sentido de la responsablidad porque estamos ante hechos notorios de degradación profunda de la sociedad canaria que amenaza metástasis”, asegura Sagaseta.

¿En qué consiste esa degradación?

Se manifiesta en dos facetas fundamentales; de un lado la sociedad está en avanzado estado de secuestro por una suerte de oligarquía corrupta que utiliza sin pudor las administraciones públicas para negocios privados, con violencia y descaro. Y de otro lado, se está dando una degradación social que se traduce en la marginalidad, en la precariedad en el empleo, en los sueldos más bajos del país?

Habla de una oligarquía dominante y de una alta burocracia.

Sí. Canarias tiene una burguesía débil que necesita del poder administrativo y tiene una quinta columna en la alta burocracia. Esa burguesía, esas clases dirigentes, buscan su enriquecimiento apoyándose en la alta burocracia y en unos pactos políticos degradantes que han conducido a lo que ahora padecemos. La sociedad canaria está sostenida por esa oligarquía como la soga sostiene al ahorcado, y para que triunfe es necesario contar con un apoyo social que hasta ahora ha tenido pero que empieza a perder, del mismo modo que le es necesaria la alta burocracia, que cobra peaje y que termina entrelazándose con ella.

Pero el sistema político tiene resortes para evitar esa degradación. Por ejemplo, la oposición política.

Lamentablemente hay sectores de la oposición política contaminados, cuando no directamente comprometidos con esa oligarquía . Ha habido altos niveles de complicidad, aunque haya sido solamente repartiendo calderilla.

¿A qué pactos políticos se refiere usted cuando habla de su influencia en esta degradación?

Fundamentalmente a los pactos entre Coalición Canaria y el Partido Popular, pero ha habido sectores del PSOE comprometidos, como estamos viendo ahora en el caso de Las Teresitas. En determinados segmentos de la oposición ha habido contaminación, compromiso y silencio forzado por esa oligarquía. Podemos afirmar que la oposición en este asunto no ha estado a la altura de las circunstancias.

Pero, ¿cómo actúa exactamente ese clan oligárquico y esas ramificaciones en las administraciones?

El grupo oligárquico se ha ido colocando en el centro de una tupida tela de araña sin que nada sea resultado de la improvisación. Necesita del poder administrativo para acumular capital porque es una burguesía débil que necesita del poder administrativo para agrandar su fortuna.

¿Qué diferencia a Canarias de otras comunidades españolas donde también se conocen casos de corrupción de ese tipo que describe?

En Canarias estamos hablando de un bloque de corrupción que se ha constituido de tal modo que o le ponemos freno o terminamos en una situación parangonable con Palermo. No sólo hace falta una reacción judicial como la que estamos viviendo, sino también que haya una reacción social que sustituya la labor de una oposición comprometida con esa oligarquía.

Justicia y Sociedad acaba de vivir estos días una especie de proceso de refundación después de cierto periodo de letargo. ¿Qué les anima a volver a la primera línea de fuego?

El momento que vivimos es crucial para intentar revertir esta situación o que, por el contrario, termine por enseñorearse esta oligarquía de clases dominantes y esa burocracia que está tratando de echar un pulso a las acciones judiciales. La situación ha entrado en una fase de carne viva en la que está en juego la transparencia en el control de las Administraciones. Que cambie esa situación o que prevalezcan los intereses de ese grupo oligárquico depende de la respuesta social que haya.

Anuncia usted querellas, ¿contra quiénes?

Las iremos anunciando en su momento, según estén tramitadas.

¿Qué opina de las críticas que está recibiendo el ministro de Justicia en relación a actuaciones judiciales contra la corrupción?

Es un remedo de aquella teoría de no judicializar la vida política cuando lo que se quería era desjudicializar el delito. Lo que se está pidiendo ahora con esas críticas es que los jueces y fiscales no cumplan con su función de investigar por aquello de ojos que no ven, corazón que no siente. Con una alta dosis de cinismo esperan que si no se ve la corrupción esta sencillamente no exista.

¿Cree que en este aspecto hemos tocado fondo?

Creo que el proceso de degradación es reversible, las fuerzas políticas han empezado a peder ascendente y consenso social y están particularmente nerviosas. Confiamos en que sea un proceso reversible porque si no, entramos en una situación difícil de solucionar. Creo que se ha reactivado la confianza en la posibilidad de desalojar a esta gente.

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