Benedicto XVI, 'superstar'
“Para decir la verdad, aún estoy vendiendo más postales de Juan Pablo II que de Benedicto XVI”, explicó John V. Iazzetti, propietario de una tienda de souvenirs de Nueva York a The New York Times. La anécdota ilustra que el nuevo Pontífice está todavía lejos de escapar a la alargada sombra de su predecesor, el archipopular papa viajero. Pero en su viaje a Estados Unidos lo ha hecho mejor de lo que se esperaba. Ayer logró concentrar a más de 57.000 fieles en el estadio de béisbol de los Yankees, como colofón a una gira marcado por los baños de masas y una cálida conexión con el público. Su visita acaparó la atención de toda la prensa y eclipsó la del premier Gordon Brown.
Nada lo auguraba cuando aterrizó en Washington el pasado miércoles. Casi desconocido aún para los más de 65 millones de católicos de Estados Unidos (un 23% de la población, según datos de la CIA), se enfrentaba a la difícil tarea de recuperar la confianza perdida tras varios escándalos sexuales. Lo grave, más allá de los abusos de varios sacerdotes pederastas, era cómo los obispos habían intentado ocultar la situación.
Benedicto XVI asumió la estrategia contraria. No tuvo empacho en pedir perdón desde el momento mismo en que partió rumbo a Estados Unidos. Y reiteró varias veces sus disculpas hasta el colofón final: el jueves por la noche mantuvo un encuentro sorpresa con algunas de las víctimas.
No ha sido el único tema de su gira de seis días por Washington y Nueva York. En ellos ha tenido tiempo para reclamar, primero a George W. Bush y luego ante la ONU, un mayor peso de la diplomacia en la resolución de los conflictos internacionales, así como para pedir paz desde la Zona Cero de Nueva York. También para reunirse con representantes de otras religiones y realizar una histórica visita a una sinagoga. Y, por supuesto, para reclamar la atención de dos sectores clave. Por un lado los inmigrantes, que constituyen un 45% de los católicos en Estados Unidos y por quienes intercedió ante el presidente Bush. Por otro, los jóvenes, dispuestos a recibirlo como una estrella de rock. El encuentro con 20.000 de ellos el sábado por la tarde, en que Benedicto XVI recordó una mocedad marcada por el monstruo del nazismo, proporcinó algunos de los momentos más cálidos del periplo.