Un largo camino por delante: el ejemplo de Sierra de Las Nieves

Pinsapos nevados en el Parque Nacional Sierra de Las Nieves. Esta especie vegetal es única en el mundo y sólo prospera de manera natural en pequeños enclaves de Andalucía y el norte de Marruecos.

José J. Jiménez

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El pasado 10 de septiembre el presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, y el consejero de Transición ecológica del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, mantuvieron una reunión en Madrid con la directora de la Red de Parques Nacionales, María Jesús Rodríguez de Sancho y su equipo técnico. En este encuentro, los representantes de las instituciones canarias dieron el pistoletazo de salida, de manera oficial, a las aspiraciones de la isla para sumarse al selecto grupo de territorios españoles con un parque nacional entre sus espacios naturales. Morales, anunció que la propuesta grancanaria “reúne condiciones singulares con respecto al resto de parques nacionales del estado español” y que se constituirá un equipo de trabajo conjunto entre las tres administraciones. Valbuena, por su parte, indicó la total adhesión del Ejecutivo regional al anhelo grancanario y adelantó la total implicación de su Departamento “para que los trámites se aceleren al máximo posible, ajustándose a los plazos que establece el Ministerio para este tipo de iniciativas”. La unidad entre las administraciones “es la mejor manera de que en un corto espacio de tiempo se pueda avanzar en la consecución de un parque nacional para Gran Canaria”, afirmaba una nota de prensa emitida desde la institución insular. Pero la experiencia de otros lugares nos dice que éste es sólo el principio de una larga carrera en la que entran en juego múltiples factores.

Sierra de Las Nieves es un ejemplo al que podemos mirar. Este espacio natural de más de 23.000 hectáreas es el último de los tesoros ecológicos que se ha un ido al selecto grupo de parques nacionales españoles. La nominación, aprobada por el Congreso y refrendada por el Senado el pasado 23 de junio de 2021, supone la creación del decimosexto espacio en lograr el máximo grado de protección medioambiental de España. En este caso, el trabajo ha supuesto más de un lustro de trámites que han desembocado en la declaración del tercer parque nacional en territorio andaluz (junto al Doñana y Sierra Nevada) y primero en la provincia de Málaga. Pero el trabajo viene de mucho más atrás y permite seguir un rastro de pequeños pasos que se remonta a más de 30 años. A la declaración de Parque Natural en 1989 se le sumó el título de Reserva de la Biosfera en 1995. Y desde la estructura creada tras el reconocimiento de la UNESCO se fueron construyendo los consensos necesarios para lograr el paso final. Es un camino casi calcado al que afronta la candidatura de Guguy aunque lo de los consensos, en el caso grancanario, está aún muy lejos de conseguirse.

El éxito malagueño descansa en un ecosistema ya no único en España, sino casi en el mundo; esta fue la primera de las fortalezas de la candidatura. El pinsapar es un bosque relicto de la era terciaria dominado por el pinsapo, un abeto que cubrió buena parte del sur de Europa durante la era glacial y que hoy reduce su hábitat natural a tres enclaves de Andalucía (la Sierra de Las Nieves, Grazalema y Sierra Bermeja) y a un pequeño reducto en el norte de Marruecos. “Después de muchísimos años de un plan de recuperación que tiene la Junta de Andalucía el pinsapar está en franca progresión y está ocupando espacios que históricamente perdió por la presión humana. Las medidas de protección se iniciaron en los años 80 y ahora poco a poco se ha ido mejorando la gestión forestal de este espacio”, relata Tomás Rueda, biólogo, coordinador de la Reserva de la Biosfera y gerente de la Mancomunidad de Municipios de Sierra de Las Nieves.

Pero con las credenciales ecológicas no basta. El proceso que culminó con la declaración de este imponente espacio natural en Parque Nacional ha sido un largo proceso que, según Rueda, se ha basado en cuatro pilares: realismo; rigor científico; trabajo sostenido en el tiempo y mucha pedagogía. “Es un error forzar la máquina e intentar imponer el tema. Aquí la población se lo ha tomado bien porque se ha ido madurando durante más de veinte años. La gente poco a poco ha ido viendo que La Sierra de Las Nieves se convertía en un destino turístico; que ganaba nombre en determinados ámbitos de la protección ambiental; que la importancia de los valores naturales del territorio iban saliendo en documentales y en publicaciones”, explica el gerente de la mancomunidad malagueña. Y en todos estos pasos, la Reserva de Biosfera ha jugado un papel protagonista e indispensable. “En los años Noventa o dos mil cuando algunas personas hablábamos con ayuntamientos y agricultores sobre la posibilidad de ser Parque Nacional había quienes nos tachaban de locos y nos decían que eso no era viable”.

Consenso. Esa es la palabra clave. El biólogo andaluz señala que apostar por una figura del nivel de Parque Nacional requiere de un acuerdo muy amplio para que “la política de protección ambiental no sea una causa de enfrentamiento entre las administraciones y las gentes del lugar” y “nadie se lleve a malentendidos”. “Un Parque nacional lleva aparejada una serie de restricciones y connotaciones restrictivas en una zona concreta y en una zona periférica de protección que la abarca. Y tú lo que tienes que lograr es que la gente asuma que el impedimento o el lastre que suponen esas restricciones compensan con los valores y posibilidades que te genera una figura de alto estatus de reconocimiento internacional”, sentencia.

Sierra de Las Nieves paso a paso

A principios del siglo XX algunos montañeros y biólogos ponen de manifiesto en publicaciones de la época las riquezas naturales de la Sierra de Las Nieves. Pese a las numerosas menciones, la Ley de Parques Nacionales de 8 de diciembre 1916 sirve para la declaración de los Montes de Covadonga y Ordesa como los primeros espacios con este estatus del país (ambos en 1918).

En la década de los años 30, el Ayuntamiento de Ronda envía una carta al Gobierno central planteando la posibilidad de incluir Sierra de Las Nieves en el listado de parques. Aunque la carta es admitida a trámite, la convulsión de la época (caída de la Monarquía; proclamación de la Segunda República; Guerra Civil española) acaba con este primer intento.

Poco después de la declaración del área como parque natural (en 1989) un maestro de la zona, geógrafo y miembro de la comunidad ecologista local, apunta la posibilidad de que Sierra de Las Nieves aspire a ser parque nacional. Este maestro formaba parte de la Junta Rectora del parque natural y algunos miembros empiezan a sentir que el asunto no es descabellado. La semilla ya está plantada aunque en ese momento la propuesta no se tiene en cuenta.

Algunas personas se suman a la idea, pero a mediados de los años 90 se opta por empezar a trabajar en el proyecto para el reconocimiento del espacio como Reserva de la Biosfera, un estatus que se logra en 1995 tras un intenso trabajo de negociación con las administraciones vinculadas al territorio y la población. En seguida se dota de contenidos a la reserva que actúa como catalizador de tareas de protección medioambiental y desarrollo rural.

En el año 2007 la idea del parque nacional se convierte en proyecto. Se hacen los primeros contactos con la Junta de Andalucía (equivalente al Gobierno de Canarias) y se empieza a trabajar en los documentos pertinentes. En 2011 ya se habla sin tapujos sobre la idea y se encarga al gobierno andaluz la elaboración de un plan de viabilidad que se culmina en 2014. Se eleva el plan a los ayuntamientos y todos lo aprueban. En ese momento se produce el contacto formal con el Ministerio y se inician los trámites administrativos que, siete años después, acabaron con la declaración.

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