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El desconfinamiento va a tardar

Agentes de la Policía Autonómica de Canarias realizan controles al tráfico rodado en la localidad de Puerto de la Cruz, en Tenerife

Juan Manuel Bethencourt

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Miramos las fechas del calendario y escrutamos las manifestaciones del Gobierno central en busca de pistas sobre cuándo se producirá el levantamiento de una cuarentena que dura ya tres semanas y media. El hastío se hace notar y entendemos cualquier medida liberatoria como el principio del fin. Ocurre sin embargo que el levantamiento de algunas restricciones, nunca antes del 26 de este mes, no será el principio del fin, sino el fin del principio. Será el estreno de una nueva etapa en la pelea contra la pandemia de coronavirus, en la que cada paso será meditado previamente, en un pulso permanente entre las urgencias por recuperar la normalidad (cívica, pero también económica) y las cautelas propias de un terreno como el que nos ha tocado pisar, en el que el margen de error es mínimo y un rebrote de la pandemia sería fatal para miles de conciudadanos y para el país entero, que no puede permitirse vivir en lo peor de ambos escenarios: con la economía paralizada y nuevos contagios al alza.

Por tanto, tendremos que asumir que en algunas zonas, y Canarias aquí aparece particularmente implicada, el desconfinamiento pueda producirse más allá de lo que sería sanitariamente posible. Ciertamente carece de lógica que los vecinos de El Hierro, por ejemplo, no puedan incorporarse de modo prudente al paseo familiar al aire libre mientras no haya sido atajada la epidemia en las zonas más afectadas del territorio español, como por ejemplo en Madrid. El qué y el por qué es razonable el desconfinamiento selectivo carece de discusión. La cuestión, muy compleja y sin precedentes, es cómo vamos a hacerlo. Por un lado, las autoridades autonómicas ya se han adelantado a elaborar sus propios escenarios, y habrá que cuadrar visiones en un ejercicio de equilibrismo no sólo político, sino también puramente sanitario: un error por precipitación en un territorio puede ser letal para el vecino. Por otro, todas las decisiones tomadas hasta ahora por el Gobierno español han afectado a la totalidad del territorio nacional, y este precedente hay que tenerlo en cuenta porque expresa una estrategia de gestión del problema. No, no demos por hecho que Canarias será pionera en el desconfinamiento, y menos aún que el mismo está a la vuelta de la esquina. Aunque es cierto que cualquier alivio de las medidas de cuarentena las agradeceremos como un regalo del cielo. El reencuentro con la calle será la recuperación del amor por el asfalto.

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