La miseria de los pueblos 'sin papeles'
En el centro del pueblo se levantan solitarias una veintena de casas de adobe desvencijadas, un pequeño local que utilizan como café, la pequeña escuela y el hospital; eso sí, sin profesor, médico ni medicamentos. Sobre todo ello ondea una deshilachada y descolorida bandera de Marruecos que sigue resistiendo los embates del viento en la pequeña comuna rural de Aïd Abbas, en el Atlas marroquí. Un pueblo alejado, de difícil acceso y condenado a vivir en la miseria, donde más del 30% de sus poco más de diez mil habitantes no existe legalmente, es como si nunca hubiera nacido.
Como en Aïd Abbas, en muchos otros pueblos de la montaña y de otras zonas perdidas de Marruecos siguen existiendo en pleno siglo XXI ciudadanos sin papeles. Obuzid Ahmed se dedica a la agricultura, cuenta rodeado de los hombres del pueblo. Las mujeres están todas en casa. “Pasan todo el día trabajando y tienen que descansar”, refiere Ahmed. Un fuerte olor a cabra inunda la ladera. Campo, sobre todo el cultivo del maíz, y ganadería. Son los únicos modos de vida de la región.
“El problema es que sólo los jóvenes que tienen papeles pueden salir a trabajar a otras ciudades como Beni Mellal, Casablanca o Nador”, cuenta Ahmed. “Sin papeles no podemos hacer nada, ni ir a la escuela, ni trabajar”. Tampoco hacer constar en el registro los matrimonios. “Eso nos impide también hacer los papeles para nuestros hijos, reclamar herencias o nuestros derechos o los de nuestras mujeres en caso de separación”. No sólo eso, la falta de firmas y de control sigue favoreciendo en estas comunas los matrimonios de menores de edad, en especial de las niñas, prohibidos desde 2004 por el Código de la Familia.
Da fe de ello también Hridiz Zohra, educadora en el centro de acogida de Aïd Mahmed, comuna rural vecina a Aïd Abbas. “Todavía hay matrimonios de menores, la ley no ha llegado aún a muchos pueblos de la montaña”. Zohra se ocupa de los 132 niños que duermen en este pueblo, en su centro. “Tienen que quedarse aquí para ir a la escuela, porque en sus comunas no tienen colegio o no hay clases por falta de personal”.
El sueño de Fatima, curar a sus vecinas
Fatima no conoce el Código de la Familia, no ha oído nunca hablar de él. De origen bereber, en el pueblo se casan por el rito orfi, y es lo único que conocen. Fatima tiene 27 años y cinco hijos. Hablamos con ella en su casa, pero cada vez que tiene que responder mira a su marido, necesita su aprobación. No ha tenido ninguna oportunidad, pero si alguien se la hubiera dado dice que le gustaría ser médico, para ayudar a las mujeres de su pueblo. Nos enseña su documento de identidad, “lo consiguió hace sólo catorce años”, nos explica su marido.
Hacer los papeles cuesta mucho dinero, cuentan, hasta 160 dirhams, algo menos de 16 euros. Una cantidad desorbitada para su pobre economía. Viven con dos euros al día. “Si tuviéramos que legalizar nuestra situación necesitaríamos 160 dirhams por persona y hay familias de diez miembros; además de pagar el desplazamiento hasta Azilal, centro de la provincia, de los que van a legalizar su situación y de los testigos, demasiado dinero”; unos 1.500 dirhams en total (cerca de 130 euros).
Aïd Abbas está a unos setenta kilómetros de Beni Mellal, la civilización, pero se necesitan más de tres horas para cubrirlos. Para acceder al pueblo y salir de él hay que atravesar una suerte de pista que no puede llamarse carretera. Una pista raquítica en medio de la montaña a merced de los desprendimientos y que con las lluvias y la nieve del invierno se vuelve totalmente impracticable.
Ahora, el Estado, ha puesto en marcha una campaña para que los “sin papeles” de todo Marruecos puedan legalizar su situación. Finalizará en el mes de febrero y la clave reside en la gratuidad para gestionar los documentos. En Aïd Abbas saben que tienen cinco meses para legalizar su situación, pero nadie les ha informado de que los papeles son gratis ni de las consecuencias que puede acarrear no hacerlos. Tampoco ha llegado hasta esta zona del Atlas la información de que será un funcionario el que acudirá al pueblo para dejar los formularios y luego recogerlos ya cumplimentados.
Los habitantes de Aïd Abbas dicen que ahora es cuando empieza el Gobierno a hacer cosas por ellos. Más que el Gobierno, el Rey, matizan. “Los políticos lo único que quieren son nuestros votos, vienen a pedirlos y luego se olvidan de nosotros”, valora Ahmed que añade que “fue Mohamed VI, tras su paso por la región, quien apostó por la electrificación de la zona”, un proyecto que comenzó hace tres meses y que todavía no les ha permitido abandonar sus pequeñas camping gas para iluminar la oscuridad de la noche. El proyecto estará listo en 2009, da fe el gobernador local de las comunas de Aïd Abbas y Aïd Mahmed, que reconoce que “muchos de los pueblos de la montaña siguen a día de hoy olvidados por el Estado”.