El jefe de Oncología Radioterápica del Doctor Negrín trabaja a la vez para la clínica privada a la que deriva pacientes con cáncer

Iván Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

El jefe del servicio de Oncología Radioterápica del hospital público Doctor Juan Negrín de Gran Canaria, el catedrático Pedro Lara, trabaja a la vez para la clínica privada San Roque, que recibe pacientes con cáncer del Servicio Canario de Salud (SCS) para someterse a tratamiento en sus instalaciones. El grupo hospitalario de titularidad privada, del que también procede el actual consejero de Sanidad, José Manuel Baltar, facturó cerca de 800.000 euros en el segundo semestre de 2017 por estas derivaciones, en total 128 pacientes, según datos facilitados por la administración autonómica a la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública a través del Portal de Transparencia.

Un documento oficioso de organización del servicio, al que ha tenido acceso este periódico, revela una práctica sistemática para la remisión de una media de cinco pacientes semanales del servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Negrín a la Clínica San Roque, una cifra que concuerda con la información oficial proporcionada por la Consejería de Sanidad. Con una proyección similar en los seis primeros meses del año, los ingresos por esta vía del principal centro sanitario privado de la provincia de Las Palmas superarían los 1,5 millones de euros anuales, a razón de unos 130.000 euros al mes.  

Pedro Lara es catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC). Su salario lo paga el Servicio Canario de la Salud a través de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, mediante un convenio que tiene en iguales circunstancias a un grupo de médicos conocidos por el sobrenombre de patas negra.

En noviembre de 2008 Lara fue nombrado jefe del servicio de Oncología Radioterápica del Negrín mediante el método de libre designación y, a la par, director del Instituto Canario de Investigación del Cáncer. Según han explicado fuentes oficiales del Servicio Canario de Salud, su compatibilidad para ejercer todas esas ocupaciones depende del Rectorado de la Universidad grancanaria, de ahí que su nombre no figure en ninguna de las publicaciones mensuales del SCS en el Boletín Oficial de Canarias (BOC) sobre estos permisos.

Aun así, trabaja para Clínica San Roque, según ha podido comprobar este diario a través de dos llamadas telefónicas realizadas con dos meses de diferencia (mayo y julio de 2018). En ambas ocasiones, personal del hospital privado confirmó que Lara presta servicios en el centro que el grupo tiene en el barrio de Vegueta, aunque no dispone de un horario fijo. “Por aquí suele venir alguna vez que otra (...) La consulta de él serían 150 (euros). Si me quiere dar su nombre y un teléfono, yo cuando lo pueda localizar, que de todos modos creo que está de vacaciones, lo llamo y le digo si puede venir o no”, explicó una trabajadora de San Roque en la última de esas llamadas, realizada sobre las 11.30 horas del viernes 20 de julio. Ese mismo día, unas horas después, este periódico logró contactar con el jefe de servicio, que confirmó que se encontraba de vacaciones y emplazó al redactor a contactar con él de nuevo el siguiente lunes, fecha en la que se reincorporó a su puesto en el Negrín. 

Finalmente, ha sido el Servicio Canario de Salud quien ha respondido a las cuestiones sobre presunta incompatibilidad y de doble dedicación del catedrático planteadas por este diario. El SCS, aparte de que su autorización emane de la ULPGC, explica sobre su programa de derivaciones de pacientes con cáncer: “Está vigente desde 1991, tanto a San Roque como a centros de la Península. Desde 2014, se envía un número fijo semanal de cinco casos, elegidos por la Comisión de Derivación del Servicio a la que no pertenece el doctor Lara”.

Pedro Lara figuraba hasta hace escasas semanas en la página web de Hospitales San Roque, en el cuadro médico del servicio de Oncología Radioterápica de este centro. Sin embargo, su nombre ya ha desaparecido de la relación de profesionales de la clínica.

Tres fuentes sanitarias oficiosas consultadas por este periódico coinciden en afirmar que el vínculo de este jefe de servicio del Negrín con San Roque se remonta a 2014, año en el que la clínica privada instaló el acelerador lineal RapidArc, con el que proporciona los tratamientos de radioterapia a pacientes con cáncer. Si hasta ese fecha el envío de pacientes a la privada respondía a picos esporádicos en el servicio, a partir de ese año se “institucionalizó”, en palabras de una de ellas, el sistema de la derivación de una media de cinco pacientes a la semana a San Roque, “independientemente de que la lista de espera suba o baje”, como confirma el SCS.

Estos profesionales, que han pedido permanecer en el anonimato, remarcan que el volumen de pacientes que pueden costearse los tratamientos de radioterapia en el sector privado es muy bajo, por lo que las clínicas, a excepción de San Roque, que sustenta el servicio a través de las derivaciones procedentes de la sanidad pública, han optado por no incluirlos en su oferta asistencial.

El perfil de paciente remitido a la clínica privada para recibir radioterapia suele ser el de una mujer con cáncer de mama no avanzado a quien se le ofrece la posibilidad de tratarse en San Roque para evitar la lista de espera en la pública y nuevas complicaciones. “Pocas personas pueden resistirse, pero las que alzan la voz, se quedan en el Negrín”, afirma una de las fuentes. El tratamiento de radioterapia se realiza en la clínica privada, pero el seguimiento médico y de consultas se sigue haciendo en el Negrín, cuya gerencia debe dar el visto bueno a la lista de pacientes susceptibles de ser enviados a San Roque.

Al respecto, las fuentes oficiales del Servicio de Salud recalcan que “los criterios son mayormente cáncer de mama (el de mayor incidencia), mayor tiempo de retraso y preferencia del paciente. Estos cinco casos semanales representan el 5,7% de todos los pacientes nuevos atendidos en el Servicio de Oncología Radioterápica este año”.

Un acelerador de 2,8 millones de euros

Un acelerador de 2,8 millones de eurosEl Hospital Doctor Negrín dispone de cinco aceleradores lineales para el tratamiento del cáncer. El último de ellos, el más moderno, fue adjudicado en septiembre de 2016 por 2,84 millones de euros y comenzó a funcionar en noviembre de 2017. Se trata del equipo Cyberknife, un robot de radiocirugía muy sofisticado que, hasta entonces, sólo se encontraba en dos centros privados de la comunidad de Madrid. A su adquisición contribuyó de manera decisiva el empeño personal de Pedro Lara, incluso en contra de la opinión del entonces consejero de Sanidad, el socialista Jesús Morera. El jefe de servicio de Oncología Radioterápica aseguró en 2016 que el nuevo equipo, más preciso y con menores niveles de toxicidad, sería capaz de tratar entre 300 y 400 pacientes al año, prácticamente la misma cifra que los aceleradores de los que ya disponía.

Sin embargo, los resultados durante los primeros meses de funcionamiento no le están dando la razón, según las fuentes consultadas. De finales de octubre de 2017 a finales de mayo de 2018 por cada paciente que pasa por el equipo Cyberknife se tratan más de cinco en otro de los aceleradores del complejo hospitalario público, el TrueBeam STX, menos sofisticado pero más versátil. “Si se hubiera comprado un Truebeam en vez de un Cyberknife, se podrían tratar treinta pacientes más al mes, no haría falta enviar a nadie a San Roque”, precisa uno de los sanitarios. 

Según la misma fuente, el tratamiento en el robot de radiocirugía Cyberknife es mucho más caro que el de otros aceleradores, “hasta cinco veces más”, al igual que su mantenimiento. Las sesiones tienen una duración mayor y la planificación por parte de los físicos también es más compleja. “El Cyberknife a lo mejor puede beneficiar al 1% de los pacientes, casos muy puntuales. El 99% restante se puede tratar en el Truebeam, un acelerador moderno y más barato”. El último equipo adquirido por la Consejería de Sanidad “no es el más adecuado para reducir la lista de espera”, concluye otro de los profesionales.

Sobre esta adquisición, el Servicio Canario de Salud aclara que se realizó en 2016 “por concurso público y se trata de equipamiento de elevadísima precisión para el tratamiento de enfermedades tumorales principalmente. Para su máxima eficiencia requiere de la formación de equipos multidisciplinares de profesionales”. Y sobre sus principales ventajas, destaca: “Lo que lo diferencian del resto de aceleradores es que el tratamiento supraselectivo permite ser una alternativa a la cirugía abierta clásica y tradicional con las ventajas que ello conlleva para el paciente. La otra ventaja es que el paciente que precisaba de este tratamiento ya no tiene que desplazarse a la Península para recibirlo”.

La gerencia del Negrín, a instancias del servicio de Oncología Radioterápica, ha seguido derivando pacientes con cáncer a la Clínica San Roque incluso en semanas durante las cuales algunos de los aceleradores lineales del hospital público no han tenido actividad por las tardes, según documentos internos a los que ha tenido acceso este periódico.

Sobre esta cuestión, el Servicio Canario de Salud aclara que “los aceleradores tienen un horario de funcionamiento de 08.00 a 22.00 horas, y el único acelerador que funciona a demanda de la agenda de pacientes es el más antiguo. Por su obsolescencia, solo se trata en él a un perfil determinado de pacientes para los que su uso es válido. Si hay pacientes que lo requieren funciona a horario completo, en caso contrario, estará en funcionamiento sólo en horario de mañana, de 8 a 15”.

Lo que sí admite el Servicio Canario de Salud es que “la semana pasada se produjo una avería de tres aceleradores en distintos días que fue resuelta, en uno de los casos en cuestión de horas y en los otros, en 24 y 48 horas, respectivamente”.