La Tormenta

La tormenta perfecta

Leandro Betancor Fajardo

0

Me pregunto qué ha sido lo que me ha llevado a salir de casa a estas horas en medio de esta tormenta. Había un sol espléndido hace cinco minutos. ¿Cómo he acabado tirado en esta esquina de gélido suelo sintiendo un dolor físico que no conocía y esa punzada en el estómago? 

El intenso aroma a café invade la mitad de mi cabeza, de nariz para arriba. Me concentro en ello para evitar pensar en el dolor hasta que noto que no es sólo café lo que inunda mi pituitaria. También huele mucho a azul, un azul oscuro mezclado con pimienta. De la que hace estornudar hasta llorar. 

Hace cinco minutos no sólo era un día soleado. Estaba de buen humor y recuerdo el aire del ventilador soplándome en la cara cada nueve segundos. Los que tardaban sus hélices en ir y volver en su vacilar basculante. 

Inmóvil, todavía tirado, espero que alguien diga ¡corten!, deseando que todo esté siendo una película y yo uno de esos secundarios a los que un generoso guionista otorga un pequeño momento de gloria en los que el plano se cierra, lento y cenital, sobre mi rostro. La oportunidad que esperaba. 

Pero no. 

Lo único que me saca de ese tormento es un sonido agudo, intermitente, reconocible, que va creciéndome de adentro. De a poco lo distingo y lo localizo. Lo acompaña una vibración que confundo con mi propio latido. Cada vez más acelerado. 

Es mi teléfono. 

Desde el mismo suelo frío respondo y una voz desconocida me cuenta que el barco de mi hermano gemelo ha naufragado. 

No pudieron hacer nada. 

¡Corten!... por favor, ¡Corten!

Etiquetas
stats