Ahogarse en sus propios fluidos

Hacen muy bien las instituciones y las fuerzas vivas tinerfeñas en defender lo que consideren mejor para su isla, lo mismo si es un tendido eléctrico que si es la inclusión del puerto de Santa Cruz en la Red Transeuropea de Transporte. Sería deseable, eso sí, que lo hicieran con la impecable coherencia de quien verdaderamente defiende los intereses de los ciudadanos, que son en definitiva los de la propia isla. O sea, son la isla. Porque hay cosas que parecen incompatibles. Y hasta ofensivamente incoherentes. No se puede dejar morir el puerto de Santa Cruz de Tenerife durante años con el muy discutible propósito de justificar el puerto de Granadilla y, cuando el recinto capitalino está hundido, intentar colocarlo a la altura de los mejores de España para rivalizar con los que, por empeño (y por coherencia)adquieren las categorías que adquieren. Pero lo peor de esta estúpida polémica acerca de la no inclusión del Puerto de Santa Cruz de Tenerife en la Red Transeuropea de Transporte es pretender explicarlo todo en base al pleito insular, a la rivalidad de esa isla con la de Gran Canaria, que sí ha cuidado su Puerto de La Luz hasta el punto de mantener en la más pura inanición a su remedo de Granadilla, el Puerto de Arinaga. Y, como siempre, el paladín de esa soberana soplapollez de la responsabilidad de los canariones es el propietario del periódico El Día, don Pepito Rodríguez, que nada estupendamente en esas pendejadas hasta se tropieza con sus propias contradicciones y se atraganta con sus propios fluidos.