Aznar le dio el permiso

El conspirador periodista, siempre según Anson, compró la casa, pero no dio la cara a la hora de solicitar la concesión administrativa para el uso privativo de la piscina, y le encasquetó el muerto a la viuda de Calvo-Sotelo. Sin embargo, Pedrojota no cuenta en sus crónicas desde Mallorca algo tan sutil como que no se puede otorgar una concesión en el dominio público para una piscina privada sino para la explotación por un privado de una piscina pública. Pero como Aznar no sabe de corrupción, su Gobierno le hizo un favorcete al periodista amigo y le dio la concesión, contraviniendo totalmente la Ley de Costas. De repente, un 14 de marzo, sin que lo esperara Pedrojota, llegan al Gobierno los socialistas y éstos le dicen que tiene que hacer un proyecto para que la piscina pueda utilizarse por el público. Ya saben: pavimentos antideslizantes, puestos de socorro, salvavidas, papeleras, cartelería en varios idiomas, rampas de acceso para personas de movilidad reducida... Y en eso están.