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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Coalición Canaria y el periodismo

Guadalupe González Taño (GNC-CC) durante una comisión de control de RTVC.

Carlos Sosa

No son solamente las inminentes campañas electorales las que han acrecentado las ansias de control de Coalición Canaria sobre los medios de comunicación público y de influencia sobre los privados. Es su tendencia habitual, agravada en esta ocasión por la situación procesal de Fernando Clavijo, candidato a repetir como presidente de esta ultraperiferia. Clavijo y los suyos, particularmente su viceconsejero de Comunicación, han extremado la manipulación informativa hasta límites grotescos, lo que nos ha llevado a presenciar estas últimas semanas momentos verdaderamente gloriosos en torno a la gestión informativa del caso Grúas.

Quizás haya sido la comparecencia en el Parlamento del administrador único de Radio Televisión Canaria (RTVC), José Carlos Naranjo Sintes, y más concretamente la intervención de la portavoz de Coalición Canaria, Guadulupe González Taño, la manifestación más palpable de la falta de respeto que profesa ese partido y sus mariachis a la información libre y a la profesión periodística.

González Taño quiso equiparar el mangoneo al que somete el Gobierno a los servicios informativos de Televisión Canaria a la entrevista que hace unas semanas le hizo Televisión Española al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y compararla con el trato de favor del que goza en el canal autonómico su homólogo Fernando Clavijo, al que se le ensalza cada día y del que se esconden convenientemente las noticias que le perjudican.

La entrevista a Pedro Sánchez le pareció a la portavoz nacionalista como esos “merengues blanditos que yo me como porque soy celiaca de La Palma; esos merengues blanditos que yo me como porque es el único postre que me puedo comer; al lado de aquella entrevista, eso merengues son amargos”. Memorable.

Y si el ejemplo pudiera quedarse corto para los miembros de la comisión de control de RTVC, a la señora González Taño no se le ocurrió mejor idea que la de comparar el tratamiento al clavijismo en la tele pública canaria con una noticia en una cadena privada nacional: “Yo enciendo el otro día la tele (…) y ¿saben lo que yo vi el otro día en una televisión? Al señor Iglesias haciendo la compra. (…) Yo estuve a punto de llamar para decirles, señores, voy el próximo sábado a varios supermercados, espero que la cámara esté allí grabándome haciendo la compra. (…) Pero es que anunció que ya no va a ir a comprar a la farmacia porque los niños, que yo lo vi en la noticia, los niños ya están mejor, y me parece bien (…) De verdad, yo espero que en la farmacia de El Puente de Santa Cruz de La Palma haya una cámara porque yo voy a la farmacia y espero seguir yendo cuando me ponga enferma o mis niños se pongan enfermos”. José Miguel Ruano, a su lado, no sabía ya qué cara poner.

El segundo ejemplo de tan insigne diputada lo obviamos por estar referido a una cadena privada, que es muy libre de ofrecer lo que le dé la gana a sus telespectadores. Respecto a TVE, quizás convenga recordar a la señora González Taño y a su compañeros que en ese ente público ha sido una revuelta pacífica de sus trabajadores la que ha conducido a un proceso de dignificación y de cambio de modelo rector en contraposición a la manipulación a la que fue sometido por el Partido Popular durante los años de Mariano Rajoy. Una cadena que venía de demostrar, durante la etapa de Zapatero, que se podía ofrecer a los españoles unos servicios informativos plurales y profesionales que, además, eran seguidos masivamente por la audiencia.

Nada de esto pasa en Televisión Canaria: ni los trabajadores se han movilizado para exigir que se les respete profesionalmente, ni por parte del Gobierno se ha cesado en la manipulación más intolerable, lo que opera en contra de la ley que regula el funcionamiento de los medios públicos.

Una vez la plantilla consiguió integrarse en el ente público y pasar de la empresa privada a depender de un administrador único, puesto por el Parlamento a propuesta de Coalición Canaria para un periodo que expiró el pasado diciembre, no se ha vuelto a oír a sus representantes la más mínima queja. Una situación que los comisarios políticos han aprovechado sin disimulo para hacer de las suyas impunemente olvidando algo tan primario como que unos informativos sin credibilidad y sin audiencia no sirven para otra cosa que para producir vergüenza entre la ciudadanía.

Cosa distinta ocurre con los medios de titularidad privada. Durante esta legislatura Fernando Clavijo ha estado fuertemente apoyado por dos grandes empresas de comunicación con implantación en Canarias, la Cadena Ser y Editorial Prensa Canaria. Nada que reprochar a estos últimos, muy libres de aplicar la línea editorial e informativa que les dé la gana, y de vetar o promocionar tertulianos y columnistas a mayor gloria de esa posición. En su cuenta de resultados lo habrán de notar convenientemente, lo que a los efectos del control parlamentario sigue siendo en estos momentos un arcano porque el Gobierno oculta deliberadamente cuál ha sido durante esta legislatura la inversión publicitaria desglosada por medio de comunicación.

En este contexto, a la directora de la Cadena Ser, Lourdes Santana, se le acaba de conceder el Premio Canarias de Comunicación en reconocimiento a una trayectoria que nadie puede negar brillante y altamente productiva. Seguramente en cualquier otra ocasión sería un premio sin contestación alguna, pero que se le otorgue en estos momentos en los que la cadena de emisoras que dirige en la región aparece fuertemente vinculada a los intereses mediáticos y políticos de Fernando Clavijo y de su Gobierno lo devalúan y la colocan a ella en una mala posición. Más que un reconocimiento profesional tiene toda la apariencia de ser un reconocimiento a los servicios prestados a la causa, utilizando para tal fin una distinción (dotada con fondos públicos) que está para otras cosas.

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