La palanca

Las condiciones de vida son los modos en que las personas desarrollan su existencia, enmarcadas por particularidades individuales y por el contexto histórico, político, económico y social. Por ello, hemos de tener claro que, cuando hablamos de este tema, no es recomendable hacerlo en términos absolutos, sino en términos relativos, con el fin de conocer cuál ha sido, en términos comparativos, la evolución de la situación. De este modo, dependiendo de la estructura de desarrollo de las regiones, habrá más o menos polarización de las capas, condicionada a la existencia o no de potentes instrumentos redistribuidores de la renta generada.

Conceptualmente, la tasa de riesgo de pobreza es el porcentaje de población que se encuentra por debajo del umbral de riesgo de pobreza, y es la población en riesgo de pobreza la que mide cuántas personas tienen ingresos bajos en relación con el conjunto de la población. Es decir, no se está midiendo la pobreza absoluta, sino que se trata de un indicador relativo que mide desigualdad.

De esta forma, el umbral de la pobreza son los ingresos por debajo de los cuales se considera que una persona o familia está en riesgo de pobreza. No se trata de una cifra fija, si no que varía en función de los ingresos de la población del país o la región en cuestión, de forma que al subir los ingresos aumenta el umbral y al disminuir también lo hace el umbral de pobreza. Estadísticamente, el umbral de pobreza es el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas de un país o región.

Según el INE, en 2016 y en España, el 22,3% de sus habitantes residentes están en riesgo de pobreza, lo que supone que se ha incrementado en 0,2 puntos respecto a 2015, cuando el riesgo de pobreza alcanzaba el 22,1%. Es decir, 10.269.000 de personas sufren riesgo de pobreza en España en el último año.

Actualmente, la tasa de riesgo de pobreza entre los hombres es ligeramente superior a la de las mujeres, mientras que los menores de 16 años son los que tienen la tasa más alta de riesgo de pobreza, con el 28,9% de jóvenes con ingresos inferiores al umbral de pobreza.

Por otro lado, las personas de más de 65 años alcanzan una tasa del 13%, después de haber experimentado el 12,3% en el ejercicio anterior. En cifras, en el ejercicio de referencia, el umbral de pobreza fue de 8.209 euros por persona, creciendo paulatinamente desde 2014, cuando estuvo en 7.961 euros por persona. Ello significa que han mejorado los ingresos de la población.

Trasladando los datos a Canarias, la tasa de riesgo de pobreza, según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2016 referenciada a los ingresos de 2015, alcanza el 35%, muy lejos de las dos comunidades españolas de régimen foral, con el 9%. Independientemente de que los parámetros para Canarias se sitúan por encima de la media nacional a la hora de no poder irse de vacaciones durante una semana o no tener capacidad de afrontar gastos improvistos, así como tener dificultades para llegar a fin de mes, entre otras, lo verdaderamente importante, a mi juicio, es que nuestro archipiélago es la comunidad autónoma que presenta el mayor porcentaje de población en el grupo de menores ingresos comparativamente hablando. Y esa situación depende de la proporción de empleos referidos a los diferentes estratos salariales que genera nuestra actividad productiva.

De esta forma, teniendo en cuenta estos datos y definiciones, sin querer establecer una relación directa entre el número de cigüeñas que habitan en nuestros tejados y la cantidad de nacimientos que se han producido, lo cierto es que, analizando la totalidad de las variables sociales incluidas en las estadísticas, se puede comprobar que existe una correlación entre la temporalidad contractual, los salarios existentes y la consiguiente redistribución de la renta generada, y será afectando a alguna de esas tres variables cuando se pueda romper este círculo vicioso.

*Economista