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Los jubilados flexibles

Juan García Luján / Juan García Luján

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Ayer en el Palacio de la carrera de San Jerónimo los señores diputados y diputadas volvieron a demostrar que probablemente son los parlamentarios más improductivos de Europa, en cada legislatura apenas logran aprobar unas decenas de leyes por consenso, el resto son productos de las mayorías parlamentarias coyunturales que suponen que el trabajo de la oposición siempre acaba en la basura. Estos improductivos trabajadores cambian antiguos acuerdos globales como el Pacto de Toledo, por los nuevos consensos internacionales: lo que digan la banca y los mercados.

En esa línea hay que situar la nueva jubilación flexible. La historia es muy sencilla: los nuevos gobernantes, los banqueros, son insaciables. Quieren comerse todo: las cajas de ahorros, los medios de comunicación, las empresas eléctricas, las compañías públicas rentables y ahora las pensiones. Los planes de pensiones son un chollo para la banca. Como esos recibos de la funeraría Santa Lucía que mi abuela comenzó a pagarle a mi padre cuando tenía 10 años y que ahora el viejo sigue pagando al precio que sea.

Los intereses de los planes de pensiones siempre están por debajo de la subida de los precios, por eso no son atractivos. Lo rentable es la desgravación fiscal, o sea lo que pagamos todos. Según el Catedrático de Economía Juan Torres “estos planes privados de pensiones que quieren convertirse en sustitutos de las pensiones públicas son una verdadera engañifa financiera. La inversión que se hace en ellos solo se puede llegar a compensar, si acaso, con la desgravación fiscal tremendamente injusta (porque la disfrutan solo los contribuyentes de rentas más altas) que llevan consigo, y que supuso en 2010 un gasto fiscal de 1.443 millones de euros, casi la misma cantidad del recorte en las pensiones (1.500 millones de euros) que sufrieron, sobre todo, las clases de menos ingresos.”

Para incrementar el negocio de las pensiones los grandes bancos encargan informes a la medida a economistas que juegan con las cifras para meternos miedo: “la seguridad social es insostenible, el sistema pública caerá”. Esta predicción la llevan haciendo hace varias décadas. Pero incluso ahora, con unas cifras de paro históricas, la Seguridad Social sigue teniendo superávit. En una carta enviada al diaro El País el profesor Vicenç Navarro replicaba a una información sobre el futuro de las pensiones. Decía Navarro que el problema no es el aumento de los beneficiarios pensionistas como consecuencia del incremento de la esperanza de vida, el problema es que en España sólo está en el mercado de trabajo el 59% de la población adulta, frente al 75% de la media europea. Además los bajos sueldos españoles y la menor contribución fiscal de las rentas más altas provoca ese problema de ingresos en la seguridad social.

Como ocurre con el debate sobre el déficit del Estado, que se pretende afrontar siempre recortando los gastos sociales en lugar de buscar más ingresos con un mayor control de la economía sumergida y de la evasión de impuestos, la mayoría de los diputados y diputadas (con la honrosa excepción de los partidos minoritarios de izquierda) , están aprobando medidas como la “jubilación flexible de ayer” o la congelación de las pensiones de hace unos meses, que siempre van contra la mayoría de la población. Resulta curioso que son precisamente los dos grandes partidos (el PSOE y el PP con el respaldo en algunos casos de la derecha nacionalista catalana, vasca y canaria) los que luego mantienen los privilegios en materia de jubilación de los diputados o los expresidentes. Los mismos que legislan contra la mayoría (la abstención del PP es meramente electoral porque si estuviera en el gobierno haría la misma política que el PSOE y sus homólogos europeos), son los que se mantienen como una casta privilegiada que usan la “flexibilidad” en beneficio propio.

Mientras que cualquier pensionista tiene prohibido recibir alguna remuneración extra a su pensión, aunque la cuantía de esta sea de 550 euros, si los pensionistas se apellidan Aznar, González o han sido diputados pueden recibir complementos de dinero público aunque sólo hayan cotizado 11 años frente a los 40 que van a pedir al resto de ciudadanos. Lo ocurrido ayer en el Congreso de los Diputados (la aprobación de la jubilación flexible y el apoyo a los privilegios millonarios de Aznar y González) acerca a la sociedad española cada vez más a la India, los diputados y expresidentes se convierten en vacas sagradas y la clase trabajadora en dalits (los parias). ¡Qué asquito!

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