Para despachar rápidamente el asunto, que por lo que se ve es de la máxima urgencia para Soria, tal es el cúmulo de cosas por adjudicar, Arnáiz había adelantado el debate de la venta de acciones de la SPEGC. Y ahí fue cuando Mauricio se le echó al cuello una vez más: que si esas cosas no se hacen así, que si se estaba enterando en ese preciso momento de la materia en cuestión, que si había que dejarlo sobre la mesa. Un encajador nato, el camarada, que conoce perfectamente la intención de Soria pero que se apunta a un bombardeo cuando sabe perfectamente quién es el que tiene más bombas. Soria, callado, y el notario, en la puerta. Menos mal que no hacía falta un procurador..