Cada día vamos descubriendo nuevos datos que corroboran que Luis Larry Álvarez, más allá de llevar maletas y transmitir con cara de bardino las órdenes del jefe, no da para más. Es malo y ruín, como atestiguan algunos damnificados del PP y de fuera del PP, pero no es estratega fino, no calcula los pasos, no mide las retiradas, es torpón en sus movimientos y en su mente. Se lanza con las armas que le otorgan el poder y el poco respeto por las reglas del juego democráticas y a veces transmite la impresión de que controla. Pero no controla, destroza. Ayer les dimos el ejemplo de lo que le pasó en el consejo de administración de la Televisión Canaria a cuenta de su torpeza para el asunto de los debates electorales, y tuvo que salir Soria a enderezar (como pudo, pero mal) la cuestión. Hoy les acercamos lo que le pasó con Juliana García.