Las consignas peperas saltan incluso el charco, de puro sumergibles, antigolpes, antivaho y antimáquina de la verdad que son, y contagian hasta al PSOE. Sus efectos son de alta perversión y corroen cosas que nadie imaginó que fueran susceptibles de corrosión, como la fiesta socialista celebrada en Las Palmas el domingo para hacer seguimiento de la jornada electoral. Da igual que el PSC haya quedado segundo, o incluso que llegue a formar Gobierno, lo que importa ahora es desacreditar desde dentro ese acto “por lo que costó”. Sabemos lo que costó: cuatro euros cada güisqui que debía abonar el consumidor de su bolsillo. Dicen que hay debate entre la militancia por tal cuestión (¿?), lo que supondría que entonces no andarán ocupados en el asunto Dimas, con el que continuamos.