España estuvo especialmente presente en este ejemplar debate, que seguramente será decisivo para la segunda vuelta de este domingo. Sarkozy propinó varias patadas en la espinilla de Hollande tratando de equiparar las propuestas económicas a las del expresidente español, Rodríguez Zapatero, y recalcó que ningún francés quiere en estos momentos estar en el pellejo de sus vecinos allende los Pirineos. Hollande, que intentaba sin éxito que Sarkozy se dedicara a hablar de sí mismo y no de Zapatero, logró frenar los arrebatos antiespañoles del presidente en funciones con un par de buenas zancadillas; primero, recordando al presidente que en un pasado no muy lejano elogió al ex presidente español, y luego recordándole su vinculación política a Silvio Berlusconi. Fue entonces cuando se produjo el cambio de tercio.