No dejan de producirse asombrosas novedades en la Casa Palacio insular de Soria (provincia de Las Palmas) con la llegada del nuevo orden. Nada nuevo les añadimos a lo publicado de los sueldos y otros gastos introducidos, recortados, incrementados o reprimidos, pero sí del personal. Por ejemplo, llama mucho la atención la fulminante y silenciosa desaparición del secretario personal del presidente de toda la vida, Fulgencio a secas. Fulgencio es el paradigma del funcionario ejemplar, leal, prudente, discreto, trabajador, constante, educado... cualidades que no deben estar muy de moda porque al hombre lo han destinado a los Servicios Jurídicos, donde poco se le pueda ver. Era secretario general del presidente o de la presidenta desde -que sepamos- finales de los setenta, cuando accedió al cargo de presidente Fernando Giménez Navarro. Desde entonces ha sido secretario particular de todos los presidentes, de todos. Hasta que llegó la era soriana y sobró Fulgencio, y sobró Coto, el responsable del protocolo, al que comunicaron su destitución a través de una administrativa. Nuevamente los modales, qué le vamos a hacer.