El autor del estudio es un lince, desde luego, porque luego analiza la posibilidad de que la concesión se haga “a nuestro riesgo y ventura”, y se explica: “Nosotros hacemos el proyecto y pedimos concesión de construcción y explotación de las obras durante X años, revertiendo todos los ingresos generados por atraques y concesiones de superficies y actividades. Ventaja: durante muchos años se montaría sólo el que queramos (...). Inconveniente: se alargan los plazos de obtención de la concesión a periodos que no creo que bajen de seis/ocho meses”. Más adelante, al analizar la fórmula de una “concesión portuaria con sistema de peaje encubierto” (“hacemos la obra a cambio de que el Puerto nos pague todos los años una cantidad establecida”) recomienda “ver con los asesores fiscales si al ser un cliente único la inversión es acogible a la RIC”. Y por último, se analiza un sistema mixto de concesión: “nosotros cobraríamos los derechos de atraque, superficie, actividad, completando el Puerto lo que no se ingresara sobre una cantidad anual preestablecida, y devolviendo nosotros al Puerto los excesos que pudiera haber”. Cuando saquen el concurso, volvemos y les contamos.