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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

60 años del debut de Ñito, uno de los más grandes porteros canarios de todos los tiempos

Ñito, en una foto de la época.

ACAN

Santa Cruz de Tenerife —

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Santiago Lafuente y Andrés Gómez, Cuco, se alternaban en la portería del Tenerife en la recta final de la década de los cincuenta. En realidad, desde que llegó procedente del Granada en el verano de 1957, Santi se había adueñado del marco que antes había protegido el ya veterano Cuco, héroe del ascenso logrado cuatro años antes. Eso sí, en caso de necesidad, el experimentado guardameta palmero era un recambio solvente. Así había ocurrido en el curso 58-59 tras una lesión de Santi en La Condomina para mantener el 0-0 inicial; o ya en el curso 59-60, cuando Urbieta decidió dar descanso al cancerbero andaluz tras el 8-2 padecido en la visita al Levante.

Meses después, al llegar al banquillo Heriberto Herrera, Santi recuperó la titularidad. Y la mantuvo al inicio del ejercicio 60-61, aunque el técnico paraguayo se había fijado ya en un joven portero que destacaba en el equipo B. Era Cipriano González Rivero, Ñito (Tenerife, 1939), que procedía del San Andrés. Ya en pretemporada, cuarenta años antes de que ese tipo de torneos se pusieran de moda, había participado en un 3x1 con Toscal y San Andrés, en el que los tres equipos disputaron partidos de 45 minutos. Ñito rindió a buen nivel, pero sorprendió que en la liga ocupara la plaza de guardameta suplente en un tiempo en el que la única sustitución permitida era la del portero.

Herrera recibió algunas críticas por su decisión, pero se olvidaron pronto. La posibilidad de lesión de un portero era mínima y el Tenerife había empezado como un tiro la Liga 60/61: dos triunfos en las tres primeras jornadas, uno de ellos en Castellón. Y el 2 de octubre de 1960, antes de llegar al descanso ganaba con comodidad (2-0) al Plus Ultra con un equipo formado por: Santi; Colo, Correa, Álvaro; Villar, Jiménez; Paquillo, Santos, José Juan, Vicedo y Domínguez. Al inicio de la segunda parte se lesionó Santi y se produjo el debut de Ñito en el primer equipo blanquiazul, pero el Plus Ultra apenas le puso a prueba y poco después Vicedo estableció el 3-0 definitivo.

O lo que es lo mismo: Ñito tuvo un plácido estreno... aunque el temor se adueñó del Heliodoro. No porque peligrara la victoria, sino porque al domingo siguiente, el Tenerife, que se puso segundo en la clasificación, recibía al líder Atlético Ceuta, que contaba sus cuatro partidos por victoria. Sin embargo, Herrera no dudó: repitió el once que jugó ante el Plus Ultra con Ñito como titular. Y el joven guardameta fue vital en el triunfo (2-1). Tres días después se lesionó en Salamanca en partido de Copa, pero el técnico le forzó para que jugara el domingo siguiente ante el Levante. El Tenerife ganó (1-2) y se colocó líder. Y también jugó una semana después en Jaén, donde se mantuvo imbatido. Y en las tres victorias logradas luego en el Heliodoro frente al Salamanca en Copa y contra Córdoba y Las Palmas en Liga, en todas sin recibir un gol.

Ñito recibió sólo cuatro goles en sus primeros doce partidos y demostró que había madera de portero. Decisivo en el ascenso a Primera División logrado esa temporada, al curso siguiente, ya en la élite, sólo el servicio militar le apartó de la titularidad. Poco después, el Tenerife se vio obligado a traspasarlo y jugaría una docena de años en la máxima categoría con Valencia, Granada y Murcia. Pero todo empezó aquel domingo de octubre, cuando se lesionó Santi y el Heliodoro se temió lo peor. Y Ñito jugó el primero de sus trescientos partidos (76 en el Tenerife) como profesional.

(*) Capítulo del libro “El CD Tenerife en 366 historias”

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