El chalet de Paulino

El problema es que es difícil creer el paulatino mensaje “el gobierno está trabajando en los problemas que preocupan a la gente”, aunque lo repitas 59 veces en 59 segundos, si en sólo dos años de gobierno te estallas 50 millones de pesetas en reformar el chaslé presidencial y otros dos millones en el hotel donde se ha quedado mientras hacen las obras. Si a eso añadimos que lo que habría que reformar son las cloacas del vicepresidente, porque graban fatal las conversaciones privadas, las difunden peor y las imprimen en Madrid y, claro, no llegan a tiempo del pleno de la reprobación. Ante este panorama podemos concluir que las dos cabezas del gobierno deberían de dedicarse a pensar en los 280.000 parados y no en los inodoros presidenciales y las cañerías vicepresidenciales. Porque para eso se les paga a Paulino y a Soria. Y si quieren seguir cobrando sin dedicar sus cabezas a estos problemas, pues deberíamos coger sus cabecitas y aprovecharlas para hacer un caldo pescado (o caldo de chicharro y salmón, sin ánimo de aludir).

Ayer volví a encontrarme con mi antiguo vecino Manolín en el barrio. Mi colega el camarero vive en un piso de 60 metros cuadrados que le costó 13 millones de pesetas. Por eso cuando le dije que Paulino se ha gastado 50 millones en reformar el chaslé de Ciudad Jardín fue clarito: “joder, con ese dinero me hubiera comprado 3 casas como la mía”. No me atreví a contarle los 182.000 euros de la consejería de Turismo que podrían acabar en los editores de la revista Época, porque prefiero esperar a que Rita Martín se tome el vaso de leche y nos de los detalles. Después de asombrarse con las perras gastadas en la residencia de Paulino, Manolín me preguntó: chacho ¿Soria no tenía un amigo que alquilaba chalenes?

Caí en la cuenta. Palabra de Manolín. Hubiera sido más rentable que el presidente haga lo que hizo Soria durante un tiempito, arrendar el chalet a un amigo a un precio muy, muy, muy, pero que muy barato. Es una pena que PP Manolo esté tan liado intentando llevarse el gato al agua sucia de las cloacas peperas y redactando querellas contra quienes denuncian, investigan o cuentan las corrupciones de políticos peperos. Con tanta entrevista subvencionada y tanta obsesión contra este periódico que usted tiene en sus pantallas, PP Manolo el querellador no ha tenido tiempo de hacer algo propio de un consejero de Economía y Hacienda, que sería intentar ahorrar esos 300.000 euros en reformas y 14.000 en hotel. Pero, claro, se pone a trasnochar con ese periodista de otra Época llamado Carlos Dávila y no le da tiempo de recomendarle a Paulino aquel chasle de Esquivel que, ¡hay que joderse Manolo!, al final van a investigar los tribunales.

Juan García Luján