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El chihuahua y el gel de papaya
Para compensar te ofrecen una galletita y un caramelo a mitad del viaje para que se te haga más corto y menos ensordecedor. Además, la azafata también te regala una toallita húmeda para secarte el sudor o enjugarte las lágrimas que te salen por los ladridos del perro.
Los guardias civiles del aeropuerto creen más peligroso un bote pequeño de jabón que la ferocidad de un perro chico. El perro pesa lo que 30 botes de gel, pero el perro pasa el control y el gel no.
Los de seguridad del aeropuerto temen que el perro se revire y les muerda si no le dejan pasar con su amo en esa ridícula jaula. Al fin y al cabo la botellita de jabón puede ser sustituida por su dueño, pero el animal es insustituible.
Entendería que dejaran subir al perro al avión si la ridícula jaula estuviera insonorizada, pero no es así. La jaula permite traspasar con nitidez los ladridos e incluso te deja ver el hocico de la fiera que se empeña en hacerte ruidoso y eterno el viaje de vuelta a la isla.
Si los seguritas del aeropuerto quieren evitar el peligro en los aviones, lo primero que deben hacer es prohibir que los pasajeros suban a bordo con perritos (calientes) teóricamente inofensivos y otros animales domésticos.
Las armas de destrucción masiva en los trayectos aéreos no hay que buscarlas en el neceser ni en las bolsas de aseo de los viajeros, sino en sus animales de compañía, que tienen unas costumbres que pueden hacer zozobrar a cualquier avión de última generación cuando ladran insoportablemente durante 45 minutos seguidos, antes incluso de despegar el aparato.
Un perro, por muy chico que sea, puede ser un arma arrojadiza en el avión, mucho más peligroso que un borracho con cortaúñas o un terrorista con tijeras.
El gel también puede ser considerado arma arrojadiza, pero finalmente a lo más que llega es a que huelas a papaya durante todo el trayecto y eso siempre será más agradable que tomar tierra con la cabeza a punto de estallar tras soportar los ladridos de un chihuahua.
Hoy mismo voy a pedir al ministro de Fomento, que está estos días por la isla, que me explique las normas de seguridad aérea. Blanco y en botella.
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