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Crisis, economía, política y mentiras por Antonio José González Hernández
Es un cálculo que da mucho que pensar, si se confrontan con las medidas que desde Europa y el Fondo Monetario Internacional se obligará a Irlanda a poner en práctica: subida de impuestos, congelación o bajada de pensiones, disminución drástica del gasto público sobre todo en servicios esenciales, despido de más de 24.000 empleados públicos (equivalente a 250.000 en España),?
Se somete a mucha mayor carga económica a los ciudadanos, víctimas de la crisis, para apoyar al sistema financiero, responsable de la misma.
En este auténtico y global drama, hay 3 actores principales: el sistema financiero (son personas los que lo manejan y dan las órdenes. tienen nombres y apellidos, son propiedades de personas,); los gobernantes y los ciudadanos.
Uno de los actores, el sistema financiero y sus especuladores, ha ido imponiendo cada vez más su política de liberalización de los mercados, en virtud del principio enunciado por Adam Smith de que lo mejor para los mercados es la falta de regulación, pues ellos mismos se autorregulan. Más de dos siglos y al menos dos profundísimas crisis mundiales después, se sigue creyendo en esa estupidez. Los mercados sobreviven, porque ni las personas ni los países individualmente pueden obtener todo lo necesario para vivir. Así que comercio siempre ha de haber. Pero esta falta de regulación ha sido uno de los elementos esenciales para que los mercados se hayan dado dos batacazos históricos: la crisis del 29 y la actual. Así que ni siquiera para los mercados lo mejor es la falta de regulación. Eso sin contar con que esa teoría económica toma al mercado como un fin en sí mismo, cuando no deja de ser un medio que ha de estar al servicio de las personas. ¿De qué vale un mercado boyante, si la mayoría de las personas malviven en la miseria? ¿Sacrificar el fin, las personas, para favorecer al medio, el mercado?
Los movimientos especuladores, desde el sistema financiero, no significan otra cosa que intentar aumentar el capital en brevísimo plazo de tiempo sin producir absolutamente nada a cambio, sino sencillamente produciendo una disminución equivalente en la economía de otros, de un país o de varios. Tratar de obtener el capital que detentan otras personas o entidades sin haber participado en la creación de dicha riqueza.
De forma que lo que se hace ahora es rescatar al responsable directo de la crisis, al sector financiero, acudiendo con dinero público, de todos los ciudadanos, para que mantenga su poder económico y no se atasque su maquinaria, su mercado. Y lo hace otro de los actores, el segundo responsable: los gobiernos y su política de no intervención en la economía.
Es como si fuese una ciudad sin normas urbanísticas, donde cada cual construyese como desea. Sin dejar espacio para las aceras y calles, levantando el número de plantas que cada uno quiera. En ese marco, los grandes propietarios ahogarían a los modestos, con enormes edificios que socavarían el valor e incluso la subsistencia de las pequeñas construcciones individuales, destinadas a desaparecer en breve plazo. Y que ante una crisis inmobiliaria brutal, lo que se hiciese no fuese establecer unas normas urbanísticas que evitasen el caos, sino afianzar a los grandes propietarios especuladores del suelo inmobiliario, los que han originado la crisis, con dinero de los que han sido más perjudicados en la crisis, los propietarios pequeños. Y a los que además se les impusiese una serie de normas restrictivas, aumentos de impuestos, despidos, congelación de ingresos y disminución de servicios sociales.
La Constitución establece que la propiedad privada, a la que se tiene derecho, también ha de cumplir una función social. Por eso hay en la realidad un derecho urbanístico, que limita el uso que puede darse a la propiedad de inmuebles. ¿Por qué entonces no se pueden poner normas a los bienes económicos, a los capitales, si su función social es mucho mayor aun que la de inmuebles? ¿Por qué no regular la propiedad de capitales, si estos pueden llegar, y lo están haciendo, a afectar gravísimamente la economía de un país?
El último actor es la ciudadanía, la inmensa mayor parte de la población, que no tiene voz ni voto en el sistema financiero y en el sector gobernante cada vez de una forma lo más ciega posible, a poder ser.
Este actor es el que no ha tenido responsabilidad apenas en la crisis. Ha trabajado y recibido su salario, como siempre. Ha consumido y se ha endeudado en la medida que el sector financiero y el gobernante han decidido. Ha adquirido los bienes y servicios en las cantidades que el mercado libre ha decidido que debía hacer.
Y ahora que la falta de regulación de mercados ha permitido que el sistema financiero y sus especuladores hayan desencadenado esta crisis brutal, lo que hacen los gobernantes: FMI, Unión Europea, Gobiernos de los países europeos, es detraer más dinero a las víctimas de la crisis, con aumentos de impuestos, congelación y bajadas de salarios y pensiones, disminución de servicios sociales, despidos masivos, para apoyar a quienes se han lucrado y provocado la crisis.
Es justo lo contrario que el mandato constitucional de redistribución de la riqueza: un sistema regresivo. Se está empobreciendo más a los que menos tienen para enriquecer más a los que más tienen. Y lo están haciendo los mismos gobiernos cuyo deber es actuar conforme al interés general, justamente lo contrario de lo que realmente está sucediendo.
La política ya no es como antes, de izquierdas o derechas. Hoy es toda de derechas, pues asumen sin cuestionárselo el sistema capitalista sin regulación, con especuladores. Solo hay pocas diferencias, casi cosméticas, en la velocidad que considera admisible cada uno que se puede desproteger y empobrecer a los ciudadanos. Los partidos de derechas lo hacen más rápido. Los de izquierdas aplican la misma política capitalista, solo que ralentizan un poco el proceso.
Se habla mucho si después de Grecia y Portugal, también habrá que intervenir para rescatar la economía española. El sistema financiero ya está especulando todo lo posible para que así sea, razón por la que la bolsa ha bajado mucho. El principal partido en la oposición les hace una labor de apoyo impagable, minando cuanto pueden la confianza en nuestra economía. Así cada uno consigue sus objetivos: el sistema financiero que se les sostenga con dinero público y se someta más aun a los ciudadanos, y la oposición llegar al gobierno torpedeando al actual.
Tanto el objetivo del sector financiero como los medios de la oposición son contrarios al interés general. Y no hay gobierno que realmente sostenga este interés general.
No es la economía, estúpido. Son las personas.
* Abogado.
Antonio José González Hernández*
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