Espacio de opinión de Canarias Ahora
No digas que fue un sueño
Pero algo pasó que nos despertó de pronto. Quizá el grito de aquel viejo que nos sacó los colores, Sthéphane Hessel nos dijo indígnate, no te sometas porque si ahora agachas la cabeza terminarán aplastándote. La juventud más preparada se estaba convirtiendo en la más parada. Echaban a los trabajadores a la calle y los culpaban de la crisis. Los bancos, las telefónicas, las multinacionales eléctricas, las grandes superficies?cada año con más beneficios y con menos personal. El capitalismo de casino celebrando la gran fiesta delante de todos nosotros, con las agencias de calificación que no supieron ver la crisis amenazando a los estados, poniendo precio a nuestras deudas y especulando con ellas. Y los gobiernos de ultraderecha, derecha y socialdemócratas aprobando planes de rescate para hundir al pueblo griego, al irlandés, al portugués?Con la amenaza de que venían a por nosotros.
En Islandia el pueblo hablaba y se negaba a obedecer a los verdugos. Los especuladores huyeron del país porque les esperaba la cárcel. Se les ocurrió preguntar en referéndum y el pueblo dijo no. Y los gobiernos de Gran Bretaña y Holanda respondieron con amenazas, querían echar a los islandeses del club de Europa porque no se puede permitir que un gobierno pregunte a su pueblo, eso es un mal ejemplo para la demócrata Europa. Mientras tanto por aquí convocaban elecciones. La gente salía a la calle y allí se quedaba. Los demócratas tribunales decían que reunirse en la calle era un atentado a la democracia. Y salió más gente todavía.
Aquel 15 de mayo se lo habían tomado como una broma. Son gente que estaba aburrida frente a los ordenadores, salieron por curiosidad a la calle, pero ya se les pasará. Y la gente siguió en las calles. Entonces comenzaron a preocuparse. Y se puso en marcha el pelotón de fusilamiento: tertulianos que confesaban que no se habían molestado en pasar por la Puerta de Sol hablaban horas y horas en las radios madrileñas, en las emisoras catalanas también debatían periodistas que decían que no habían ido por Plaza de Cataluña, lo mismo en Canarias. Eso de estar donde estaba la noticia no les interesaba, no acudían a las asambleas a escuchar a la gente, no fueron a la facultad (los que fueron) el día que se explicó que el periodista debe estar donde está la noticia. Se dedicaban a quedarse con la anécdota y a ampliarla. Etiquetaban a la gente del 15 M de la forma más simplona: hablaban de perrosflautas, de antisistemas, de extremistas, de antidemócratas. Los criminalizadores de cualquier disidencia pontificaban frente a los micrófonos. Pasaban de comentar la deuda griega y la crisis portuguesa con tono serio para empezar a reírse de la gente que estaba en las calles de Madrid, Barcelona o Canarias.
Después llegó lo de Barcelona. Miles de personas rodearon el Parlamento. Los diputados catalanes iban a aprobar el mayor recorte de gastos sociales de la historia. Sí, los que ganaron las elecciones, es verdad. Pero ninguno de ellos prometió en sus programas electorales que iban a realizar esos recortes. A sus señorías no se les puede gritar, eso es violencia. Artur Mas se montó en un helicóptero para impresionarnos. La foto sirvió de pretexto para un nuevo machaque. Son unos violentos, no respetan la democracia. Videos de los diputados huyendo de los manifestantes, cargas policiales y de nuevo el ataque a decenas de miles de personas por lo que hicieron menos de 50. Sólo es violencia gritar o escupir a sus señorías, recortar derechos, robar el presupuesto público, suprimir los servicios sociales no son actos agresivos ni violentos.
Y así llegó el 19 J. Después de lo ocurrido, de tanta tertulias simplonas, de tantas portadas manipuladoras, de tantos desinformativos llegué a creer que todo esto iba a menos. Pensé que la gente estaba cansada y que el bicho de la resignación había regresado. Con ese pesimismo me acerqué al Parque San Telmo. Lo vi, nadie me lo tuvo que contar. Más gentes, más carteles, más ganas de cambiar las cosas. Chiquillos, jóvenes, maduros y viejitos. Altos, bajos, medianos. Profesoras, alumnos, desempleados, funcionarios, escritores, guagüeros, albañiles, enfermeras, apartidistas, militantes, sindicalistas, alcaldes, dependientes, urbanitas, maúros, republicanos, liberales, feministas, ecologistas, arquitectos, abogados, mileuristas, pensionistas, periodistas, revolucionarios, conservadores, independentistas, militantes del PSOE, de Nueva Canarias, de Coalición Canaria, del Partido Humanista, de Sí se puede, del PRCC, de UP, de Intersindical Canaria, de UGT, de CCOO, de FSOC?
Algo está pasando para que nos juntemos gente tan distinta. Unos dirigentes políticos que se reúnen y pactan con el Euro y con la banca, los señores jefes de estado y de gobierno que firmaron el Pacto por el Euro apenas son 25 personas y se creen con derecho a decidir el destino de cientos de millones. Usted, señor Zapatero, que estaba entre los firmantes. Recuede aquellas manifestaciones contra la guerra de Irak, cuando usted estaba en la calle y Aznar lo llamaba parcantero. Usted le respondía: “escucha la voz de la calle”. Ahora se lo decimos a usted, pare las reformas, o no nos reforme usted siempre a los mismos.
Porque esta vez fuimos muchos más que el 15 M. Tomamos la calle sin armas, sin piedras, sin violencia. ¿Qué dirán mañana? ¿Seguirán en sus burbujas? ¿Se creen que nos callarán la boca por quitar un par de coches oficiales? Lo que brilla con luz propia nadie lo puede apagar, y este movimiento está brillando con las luces de todos nosotros. Este 19 J tomamos la calle más gente todavía. Querrán ignorarlo, seguirán reuniéndose en despachos enmoquetados para recortar derechos, para mantener los privilegios de los de siempre. Pero volveremos a la calle. Porque este 19 J dimos un pasito más. No digas que fue un sueño.
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Juan GarcÃa Luján
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