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Don Balbino en el Museo Canario

Juan García Luján / Juan García Luján

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A su regreso a la isla don Amaranto se encontró con el rechazo de la sociedad y, sobre todo, de la Iglesia, que veía las ideas y los inventos de don Amaranto como un peligro para el orden establecido. Otro científico canario, Gregorio Chil y Naranjo, culminó su formación en París cuarenta años antes que Agustín de Betancour y el ficticio don Amaranto. Cuando Chil y Naranjo regresó a Gran Canaria se encontró con la misma persecución de la iglesia católica. Su apoyo a las teorías darwinistas en su obra le costó la excomunión. Pero Chil y Naranjo no se dejó amedrentar y en septiembre de 1789 promovió junto a su amigo Juan Padilla la creación del Museo Canario. La primera reunión la convocaron, casualidades de la vida, en casa de otro don Amaranto. La vivienda de Amaranto Martínez de Escobar en la calle López Botas fue el lugar de encuentro de un grupo de intelectuales y políticos canarios que decidieron fundar el Museo Canario cuyo primer presidente fue Domingo J. Navarro.

Corren malos tiempos para la cultura y la ciencia en Canarias. El histórico maltrato institucional al Museo Canario se agrava este año con mayores recortes presupuestarios, que provocaron esta semana la aprobación de Expediente de Regulación de Empleo que afecta a 14 de los 18 trabajadores de la institución científica. Ahora la excusa es la crisis, pero hubo más de una década de vacas gordas, cada año aumentaban los presupuestos del cabildo grancanario, del gobierno canario y del ayuntamiento capitalino, y cada institución mantenía sus miserables ayudas mientras había dinero para patrocinar conciertos de Sakira, mausoleos deportivos como el de Siete Palmas o la exposición de corbatas de Agatha Ruiz de la Prada en el CAAM. El recorte presupuestario que este año vuelven a hacer cabildo, gobierno y ayuntamiento es sólo el último cachetón. El gobierno canario millonario para Septenio, el cabildo grancanario propagandista del tren (este miércoles mismo una propaganda a toda página contándonos que en 2018 el tren tendrá más de 45.000 usuarios diarios) y el ayuntamiento capitalino que aspira a capital cultural europea no tienen razones para retirar miserables subvenciones que han venido (en los últimos mandatos, incluyendo los de la plañidera Pepa Luzardo) dando al Museo.

El argumento de que se trata de una “institución privada” es tramposo. Desde 1995 está declarado como institución de utilidad pública, el museo custodia los restos arqueológicos que se descubren en Gran Canaria, también la biblioteca histórica de la ciudad, posee la biblioteca de temas canarios más importantes del mundo, sus salas de lecturas reciben cada año 5000 visitas de investigadores, estudiantes, profesores y ciudadanos preocupados por nuestra historia, más de 30.000 escolares y turistas visitan cada año las salas del museo. ¿Tiene más interés “público” el CAAM que en los últimos dos años ha contado con un presupuesto de 8 millones de euros, la mayor parte salido del cabildo de Gran Canaria?

Me gustaría saber si antes de recortar de 60.000 a 40.000 la ayuda municipal al Museo Canario el alcalde o algún concejal capitalino se han leído el “Plan estratégico de Cultura de Barcelona” que tienen en la web de Proa2020. En este documento que el ayuntamiento nos pone como modelo se habla del “Proyecto Barcelona Ciencia”, donde se recogen programas que incentiven la presencia de la ciencia en centros culturales, la promoción del Museo de Historia Natural de Cataluña.Líneas de financiación de ampliación de los fondos patrimoniales y la promoción del Museo de la Historia de la ciudad de Barcelona. Lo que hace el ayuntamiento que dirige Saavedra es todo lo contrario de lo que predica en su Proa 2020. El gobierno de Paulino-Soria, con su machacón discurso de “defensa de lo nuestro”, plantea el mayor recorte: se pasa de una ayuda de 254.000 euros este año a una de 101.000 euros en el 2010.

Así es la Canarias del siglo XXI, tan parecida al Puerto Escondido del siglo XVIII que describe Pepe Alemán en Libro de Familia. El espíritu del cura don Balbino sigue vivo, se metió en el Museo Canario y cerró la puerta por dentro, para evitar que entren los infieles (“librepensadores”) a ilustrarse. Don Gregorio Chil y Naranjo sería hoy excomulgado por los obispos civiles que controlan nuestras instituciones. Hoy las excomuniones se hacen cortando los presupuestos públicos o vetando en los medios a los pecadores.Paulino Rivero, José Manuel Soria, José Miguel Pérez, Román Rodríguez y Jerónimo Saavedra, tan distintos entre ellos en la teoría y tan parecidos en sus políticas culturales al obispo José María Urquinaona que excomulgó a Gregorio Chil y Naranjo.

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