Ya empezamos con las listas

Sea como sea, se abre camino informativo la posibilidad de que Pepe Segura protagonice la oferta del PSOE en Tenerife para el Congreso. Se veía venir y el otro día, antes de que el globo sonda saltase a las páginas de los papeles, lo vaticinábamos, sin aspavientos, tres periodistas de esta casa, durante un agradable almuerzo santacrucero. El augurio era más aséptico que entusiástico, si quieren que les diga, entre otras razones porque la candidatura del actual delegado del Gobierno indicaría que lo de la renovación y rejuvenecimiento del partido socialista en las Islas Occidentales continúa siendo un proyecto con pinta de inalcanzable. Probablemente –eso es verdad-, da lo mismo quien encabece de las dichosas listas en las generales. Es una certeza tópica y un convencimiento asumido que en ese tipo de consultas, al contrario que en las municipales o cabildicias o autonómicas, el personal vota a las siglas, a los partidos y que el careto que figure en los carteles apenas influye en los resultados. Podemos aceptar que eso funciona así, aunque no tanto cuando se trata del senado, y en ese sentido se pueden ir echando cuentas de que el número de diputados que el PSOE vaya a obtener en los terruños tinerfeños será idéntico si es don Pepe el que pide el voto para Zapatero o si es Julio Pérez el encargado de esa tarea. Los politólogos de guardia advierten que la cercanía de Segura a Romero Pí le será perjudicial, con lo que los politólogos demuestran vivir en una especie de Babia virtual. Los electores, en su inmensa mayoría, ignoran quién es Romero Pi y aunque oyeron hablar de él cuando lo del plagio del programa electoral de López Aguilar, ya han olvidado al personaje. A mi ni me gusta ni me deja de gustar Segura como número uno para el Congreso. Y hasta entiendo que don José se busque la vida por ese sendero, porque no va seguir de Delegado del Gobierno toda la vida, repita o no victoria Rodríguez Zapatero. Ya hasta en La Moncloa se comenta que dice demasiadas boberías y que no da la talla para el cargo. Pero, como todo tiene un pro y un contra, uno también lamenta uno a veces que la docencia de este país esté perdiendo, durante todos estos años, un magnífico profesor de termodinámica.

José H. Chela