Tuve que recurrir a Luzardo, quien llora como oposición lo que no supo defender como alcaldesa. Padece, la pobre, el síndrome pepero de considerar la pérdida del machito desposesión, robo o cualquier otra forma de arrebatamiento; muy en la línea de Rajoy, que no hace oposición sino exige la inmediata devolución de la montura.Para la derecha, sabrán, el poder es de su propiedad; no sin motivo, ha de reconocerse, pues desde don Pelayo a esta parte no ha hecho sino mandar; con pequeñas interrupciones que duraron lo que llevó a los primos de zumosol desenvainar presto los espadones y meter en el Congreso el caballo (el de Pavía, claro), mientras los curas disponían el Te Deum de acción de gracias en la catedral más cercana.Luzardo reclama para los suyos sueldos, espacio de trabajo, presencia en comisiones y empresas municipales. No digo yo, líbreme Dios, que no le correspondan, que la democracia es sobre todo respetar la representatividad de la minoría. Pero choca el tono con que exige eso mismito que ella y su partido negaron a la oposición, obligada a reunirse en el bar de la esquina y pagar a escote.Va, Luzardo, de propietaria expoliada, esto es, desposeída, despojada inicuamente. Y den por seguro que, si gobierna de nuevo, volverá a tratar igual a la oposición. Lo lleva la derecha en la sangre. Si no, vean el Parlamento: los psocialistas renunciaron a presidir comisiones porque CC-PP ofreció a sus 26 diputados menos presidencias de las que tenían en la anterior legislatura con 17. Si los votos de 150.000 canarios fueron ya a la basura, los psocialistas ahí se andan. Y encima sale el esforzado Barragán, portavoz nacionalero impenetrable al agua, con que la ley no les obliga a actuar de otra manera. Tampoco obliga a Saavedra, pero es la democracia, estúpido. Nunca aprenderán.