Este periódico ha sido crítico con nuestros gobernantes. Entendía que era un exceso tener a un presidente, Adán Martín, y a un líder del Partido Popular, José Manuel Soria, instalados en el embuste y con sus intereses divorciados de los sanos intereses del público.Pero nuestra opinión, relevante y respetable como la de cualquier medio de comunicación en una democracia real, ha sido sólo eso, una opinión. Era el pueblo canario quién debía tomar las decisiones y las medidas oportunas.Porque estos comicios eran una oportunidad no ya sólo para cambiar los gobiernos locales, sino para exigir un cambio de régimen en los términos que explicaremos.Y es que estaba sobre el tapete la posibilidad de votar una ruptura con la forma de hacer política que hemos padecido al menos los últimos catorce años.Que los actos de la administración pública puedan sufrir el control del poder judicial; que lo que hace la administración pública sea transparente; que se respeten para trabajar para la cosa pública los principios de mérito y capacidad, que desaparezca el amiguismo y el enchufe... todas ellas eran cuestiones que el ciudadano podría exigir porque están claramente predicados en la Constitución española.Que un presidente de Canarias no enchufe a su pareja, que un presidente del Cabildo de Gran Canaria parezca un sátrapa gozoso de viajar en un jet privado con un empresario al que favoreció. Que este mismo político deje sobre la mesa un plan del turismo insular que recalifica los terrenos de sus íntimos amigos, no era la mejor manera de ganar el futuro.Un futuro de Canarias en el mundo, solidario con los que menos tienen, exigente con sus gobernantes en un escenario para los jóvenes competitivo, alegre, sano y culto, ¿por qué no teníamos los canarios derecho a esa opción?El pueblo canario podía exigirlo o valorar las cosas de otra manera. No pronunciarse de forma taxativa.Pero los canarios se han pronunciado por un cambio que no es reforma, que es ruptura con muchas prácticas imperantes. Y cuando se eligen gobernantes para este menester es fama que el pueblo pone la marcha directa en su exigencia.Porque si la voluntad de los canarios es esa, ya advertimos que es incompatible con amiguismos y prácticas partidistas. Quiere el pueblo lo mejor de los políticos y unos modos formulados por los mejores hombres y mujeres disponibles para la política.Nos jugábamos el futuro y hemos decidido ganar el futuro. Pero la partida aún no ha empezado. Necesitamos acierto y suerte. Felicitamos a los ganadores, pero sobre todo, felicitamos a los canarios. A todos.