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La guerra y la paz frías

Rafael Morales / Rafael Morales

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Desconozco si la expresión “paz fría” es la más adecuada para referirse a las relaciones actuales entre Estado Unidos y Rusia, con Europa en medio y con la boca lamentablemente cerrada, pero al menos contribuye a establecer que los roces actuales nada tienen que ver con la llamada “guerra fría” que a punto estuvo de llevarnos a una confrontación nuclear sin retorno. Rusia pretende evitar la proliferación de bases militares de Estados Unidos y la OTAN en su entorno por razones sencillas de seguridad y porque se trata de su zona de influencia tradicional, al tiempo que Washington aprovecha la debilidad relativa de la Unión Europea y de Rusia para establecerse, como única potencia mundial digna de ese nombre, allí donde estima conveniente para competir a largo plazo con Europa, Rusia y China.La competencia tiene que ver con las necesidades estratégicas y económicas de cada uno. Rusia pretende un lugar bajo el sol del mercado mundial, basándose en su poder petrolero y gasífero, mientras Estados Unidos y Gran Bretaña buscan ante todo asegurarse los recursos energéticos que necesitan e impedir el desarrollo de cualquier adversario en ese terreno. Por otro lado, Moscú ha establecido lazos económicos con Occidente, especialmente con Europa, que hace impensable interés alguno de su parte en una confrontación tipo “guerra fría”. ¿Y Europa? Alberto Piris, por ejemplo, quisiera que la Unión Europea hablara con voz propia para asegurar sus importantes intereses en relación a Rusia, pero la verdad es que en este terreno las actitudes contradictorias de la vieja y la nueva Europa, en términos de Donald Rumsfeld, hacen imposible cualquier apuesta común. De ahí que Europa aparezca muda y que Estados Unidos aproveche esa circunstancia. La “guerra fría” escenificaba la confrontación entre los llamados países socialistas y el capitalismo, infinitamente más poderoso desde el punto de vista económico y militar. Chocaban el proyecto embrionario del socialismo, que jamás pudo desarrollarse como tal, y el imperialismo. La diferencia fundamental entre la “paz fría” de hoy y la “guerra fría” de ayer consiste en la distinta naturaleza social de la Unión Soviética y la Rusia actual. La primera defendía los intereses de la burocracia vinculados a un sistema planificado de propiedad estatal. Yeltsin, Putin y la vieja burocracia ampliaron horizontes, vinculándose a la restauración de la dominación capitalista en Rusia. Los nuevos ricos proceden de aquella burocracia y han adoptado el beneficio económico como apuesta de futuro. Por eso pasaron de enemigos irreconciliables de Occidente a ilustres amigos y lógicos adversarios en el mercado mundial. La “guerra fría” no debe asustar ya a nadie, pero Europa y los ciudadanos en general harían bien en ocuparse de esta “paz fría” que también entraña peligros.

Rafael Morales

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