Espacio de opinión de Canarias Ahora
El huevo y la castaña
Aznar fue el presidente que más presos etarras acercó al País Vasco y el que dijo solemnemente en televisión que había dado las órdenes pertinentes para empezar a hablar con el Movimiento Vasco de Liberación Nacional, según denominó textualmente a la banda terrorista ETA.
El sector duro del PP, entre los que están Aznar y su entonces ministro de Interior, Mayor Oreja, no parecen ahora muy contentos con el comunicado de ETA en el que anuncia que deja definitivamente la lucha armada. Rajoy, en cambio, se ha mostrado más comedido y sensato, sabedor de que le quedan dos telediarios para ocupar La Moncloa.
Gadafi, el sátrapa, fue linchado la semana pasada en Libia por los insurgentes, lo que dice muy poco de su civismo y humanidad. Hasta el otro día era saludado por los principales líderes occidentales, desde Obama a Zapatero, desde Berlusconi a Sarkozy. Aznar también presumió en su mandato de amistad con el dictador libio, del que recibió de regalo un hermoso caballo blanco que no rechazó por no parecer maleducado.
Aznar y Rajoy siempre han formado una extraña pareja que se ha entendido tan bien que el primero nombró a dedo al segundo para que le sucediera en la presidencia del país. Por ahora el empleado de Murdoch suculentamente pagado solo ha logrado que su sucesor digital haya accedido a la presidencia del partido y se haya estrellado dos veces consecutivas en las elecciones generales.
La mayor incógnita no es descifrar el programa electoral del PP, que también, sino saber si Rajoy es el doctor Jekil que aparenta o el míster Hyde que venden Aznar y Oreja. Se parecen como un huevo a una castaña.
Exactamente igual que López Aguilar y Soria, aunque tengan vidas paralelas: ganan las elecciones en Canarias pero se van a la oposición; a renglón seguido encabezan la lista de su partido al Congreso de los Diputados y se marchan a Madrid. La diferencia es que López Aguilar ya ha sido ministro y eurodiputado mientras que Soria sueña con ello. Por eso el popular dice que son incomparables. En eso tiene razón: no se pueden comparar. Como un huevo y una castaña.
Sobre este blog
Espacio de opinión de Canarias Ahora
0