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Luces y sombras en nuestra sociedad del bienestar

Antonio Ortega Santana / Antonio Ortega Santana

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Son muchos los Economistas y Sociólogos que advierten de que las ideologías están disfrazadas bajo el manto de la ciencia, pero que en rigor lo económico y social, nunca podrá ser la simplista ecuación de “envejecimiento inexorable, ergo reducción de gasto. Pues son muchos los expertos solventes en la materia que difieren sustancialmente, con la facilona receta economicista de la C.E.E que intentan carga toda la responsabilidad al ”envejecimiento poblacional y el coste de las pensiones“

El catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla, Juan Torres, y el de la Pompeu Fabra, Vicent Navarro, han editado un pequeño manual para contrarrestar la ola supuestamente científica que empuja hacia los recortes inmediatos. El que fuera secretario general de Empleo con el ministro Caldera, Valeriano Gómez considera que, siendo cierto el progresivo envejecimiento supone un reto “crucial” las reformas, que no pueden limitarse a los recortes.

La Sra. Erirksson me pregunta, cuales son las causas y motivos, por los que los españoles no adaptamos nuestro sistema al nórdico, cuya filosofía es la equidad.

Otra economista que disiente del consenso institucional es Miren Etxezarreta, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona, coautora de ¿Qué pensiones, qué futuro? “El Estado del bienestar en el siglo XXI” otro trabajo que no tiene desperdicio, que manifiesta abiertamente que: “El debate está planteado sobre una gran cantidad de trampas y de verdades a medias, encaminadas siempre a recortar derechos y fomentar los Planes de Pensiones”, en definitiva, seguir engordando a la banca.

Ninguno de los cualificados expertos, que se han atrevido a alzar sus discrepantes voces, no niegan que las pensiones públicas estén amenazadas. Pero discrepan de la ecuación elemental que domina el debate público en la U.E y ofrecen “medicinas” alternativas al simple recorte para reforzar el modelo público. Creemos las infraestructuras básicas para que hombres y mujeres queden “liberados” de sus dependencias en favor de sus hijos menores, la solución estaría en las Guarderías.

Guarderías esas olvidadas. El sueco Esping.Andersen lleva años estudiando la incidencia que los bebés y las guarderías, tienen en las pensiones. Una buena red de guarderías públicas aumentaría la tasa de ocupación, tanto por la contratación de educadores como por la facilidad de conciliación de madres y padres, lo que aumentaría las cotizaciones. Sí hacemos hincapié en la tasa de ocupación femenina en España, que se sitúa en un 56% que oscila, arriba o abajo, dependiendo de la temporada, con relación a la media europea, que se sitúa en el 73%, y muy lejos de la sueca; cabría pensar que las familias, en general, estarían dispuestas a traer más hijos al mundo, elemento clave para las pensiones. Y sí a ello unimos la atención profesionalizada de esos niños, futuro capital humano debidamente formado, para avanzar hacia una economía eficiente; de nuevo aparece un punto básico, y fundamental para las pensiones. Nuestros gobernantes deben ser conscientes que nuestro país tiene un larguísimo campo que explorar en ese terreno. A pesar del catastrófico discurso del P.P en contra del gasto público en ayudas a la familia, cabría decir que nuestro país está por debajo del 60% de la media europea y que la carencia de plazas de guarderías públicas, es alarmante, en todo lo largo y ancho de nuestra geografía. Por ello Esping-Andersen se pregunta ¿Por qué nunca se habla de guarderías en el debate sobre las pensiones? Lo que fracasa es el mercado de trabajo, no el sistema de pensiones. Lo insostenible no es que cada vez vivamos más años, sino tener alrededor de cuatro millones de parados.

El modelo público de pensiones descansa en el mercado de trabajo en consecuencia los trabajadores de hoy cotizan para pagar las pensiones a los jubilados, como ellos hicieron en su día, con los jubilados de su época activa. Ello nos lleva al simple razonamiento: elevar la tasa de ocupación, que en nuestro país están en torno al 63%, seis puntos por debajo de la media de la UE y a más de quince puntos de Suecia, es fundamental para las cotizaciones y las pensiones.

Las pensiones públicas están en peligro, pero no por las razones que apuntan los liberales, sino porque se aplican las “medicinas” que los liberales proponen. Las pensiones peligran por la falta de empleo, la precariedad del mismo, los salarios bajos, la lacra de la economía sumergida, una pandemia que en nuestro país, ningún gobierno ha querido meterle mano.

Ahora más que nunca es preciso poner en practica la teoría keynesiana, que aumente el peso del Estado en la generación de empleo, como se auspicia al otro lado del Atlántico.

El retrasar la edad de jubilación, no será la panacea, pues supone el cierre del mercado de trabajo a las nuevas generaciones. ¿Se ha pensado en que el jubilado pudiera seguir cotizando, en una nueva tabla, en relación a su pensión?, ello supondría mantener la edad en los 65 años, y dar entrada al mercado de trabajos a la juventud preparada, que está condenada a vivir bajo la tutela económica de sus progenitores.

Muchas y variadas son las fórmulas que mi estimada Anita me aporta, y que le extraña enormemente que, existiendo en nuestro país muchísimos economistas y sociólogos de extraordinario prestigio, no hayan sido llamados a consulta.

Con la socarronería impropia de un nórdico Anita dice: “Quizás esos cerebros bien amueblados, no han sido captados por Tele-5 e Intereconomía, pues de lo contrario, los españoles podríais dormir algo más tranquilos, y Rodríguez Zapatero, pudiera darle un buen ”zapatazo“ a la retrógrada filosofía política del Partido Popular.

Antonio Ortega Santana

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