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No hay mal que por bien no venga por José García
Esta situación tiene algo de positivo. Resulta más sano para el PSOE quedarse en la oposición que pactar con ATI, perdón CC, teniendo que aceptar su dinámica de pleito insular y su gestión de las islas como si fuesen el cortijo de ciertos señoritos tinerfeños. La debilidad mostrada por el PSOE en la isla de Tenerife, que no ha rentabilizado la corrupción de líderes áticos ni la venta de la isla a los intereses del piche, puede ser vista como una oportunidad para renovar el partido y su línea programática. Parte del descontento de la sociedad tinerfeña, sin duda más progresista que los políticos elegidos, se podría haber rentabilizado si el PSOE hubiese tenido el valor de liderar el no al Puerto de Granadilla, por ejemplo. O si hubiese reaccionado antes y mejor a la corrupción del caso Teresitas.
Además, vista la mala gestión de la campaña del PSOE, con un López Aguilar que transmitía la sensación de venir obligado y con el chasco del plagio, queda la sensación de que hay un potencial de voto por explotar. Esto se podría conseguir con una orientación claramente de izquierdas en la línea programática del PSOE. Por ejemplo, no se entiende que Soria defendiese la bajada de impuestos en Canarias, y que no se le replicarse con fuerza que Canarias es la región de España con menos presión fiscal y con menos gasto social. Es más, nadie me ha explicado todavía por qué el tabaco o el alcohol, productos perjudiciales para la salud, tienen en Canarias una de las cargas fiscales más bajas de toda la Unión Europea, ¿debemos pasarnos la vida borrachos y fumando por ser ultraperiféricos? No se trata de aumentar la presión fiscal por las buenas, sino de que no podemos esperar que nuestros servicios públicos alcancen niveles europeos si continuamos con un sistema fiscal bananero. Como por ejemplo, la RIC, una forma de incentivar la especulación urbanística, en vez de orientar la inversión productiva.
El PSOE también tiene margen oponiéndose al clan de la concretera, aunque eso le suponga enfrentarse a las fuerzas más vivas de las islas. Ese clan que defiende que se controle a los extranjeros, o incluso a los peninsulares, razonando que su llegada supera la capacidad de carga de las islas. Curioso cómo el racismo más rancio se viste de ecologismo modernillo. Sin embargo, estos verdes de última hora son quienes están arruinando el futuro de las islas, a base de cemento y alquitrán, para que, curiosamente, vengan más extranjeros, eso sí, rubios, altos y de ojos azules.
Y nadie me ha explicado cómo, si el territorio es tan limitado, los ayuntamientos permiten que se construyan urbanizaciones de chalés y adosados. Este tipo de organización de la vivienda, además de dañina con el territorio, genera un modelo de vida a la “americana”, es decir, donde la lejanía con respecto a los lugares de compra, trabajo y ocio obliga a que la población sea muy dependiente del coche (contaminación, piche), y en el que la baja densidad de las poblaciones imposibilita el uso práctico del transporte público.
Y si no queremos más camas, porque la capacidad del territorio es la que es, pero queremos un turismo de calidad, es decir, que gaste más, la conjugación es fácil. Ya no se da ni una sola licencia más. Ni una, sin excepciones. Eso si, si usted quiere construir un nuevo complejo turístico, lo puede hacer, pero canjeando las camas nuevas por viejas. Es decir, si desea construir 5.000 camas debe conseguir que los propietarios de 5.000 camas ya existentes le vendan sus licencias. De esta forma se consiguen dos objetivos. Por un lado, se renueva la oferta de alojamiento. Por otro, se deja que la rentabilidad del sector turístico fluctúe según la oferta y la demanda de los turistas que lleguen, sin presiones políticas sobre nuevas recalificaciones de terrenos, y que en el medio o largo plazo, la rentabilidad del sector converja con la del resto de actividades económicas. Porque mientras sea mucho más rentable un hotel que una fábrica o una empresa de I+D, nuestro modelo de crecimiento no variará.
En las islas, somos muchos los que estamos hartos del dominio de señoritos y corruptos. Un partido que se atreva a liderar a fondo y con imaginación la renovación de la política canaria, con la regeneración interna necesaria, será un partido ganador. Y esta vez hay tiempo para hacer bien los deberes.
José GarcÃa
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